Desde el 19 de octubre del año pasado, Chile cuenta con una nueva norma lumínica que amplía su alcance a nivel nacional, con el objetivo de reducir la contaminación por luz artificial, proteger la biodiversidad, mejorar la salud de las personas y preservar los cielos nocturnos.
A diferencia de la normativa anterior, que solo aplicaba a tres regiones, la regulación actual incluye a todo el territorio, incorporando medidas concretas como el apagado obligatorio durante la noche de luminarias no esenciales, como las publicitarias, ornamentales o deportivas.
En entrevista con Codexverde, María Claude Plumer, superintendenta del Medio Ambiente, entregó un balance preliminar a siete meses de su implementación, destacando avances relevantes, desafíos actuales y el rol de la ciudadanía.
«El principal avance de la nueva norma lumínica es la ampliación de su espectro de protección, con el objetivo de resguardar la biodiversidad, la salud de las personas y los cielos nocturnos», afirmó Plumer. La autoridad explicó que actualmente se está fiscalizando con mayor fuerza en regiones como Arica y Parinacota o Tarapacá, donde el impacto lumínico afecta gravemente a la biodiversidad, y en otras como la Metropolitana, Valparaíso y Biobío, donde predominan las denuncias por alteraciones al descanso causadas por la publicidad exterior nocturna.
Entre las medidas más relevantes, se encuentra el comunicado a empresas de publicidad exterior, informándoles sobre las nuevas normativas, los plazos y los canales de asistencia disponibles. Además, se han publicado cuatro protocolos para la certificación de luminarias y su medición en terreno, lo que ha permitido contar con un sistema y organismos autorizados por la Superintendencia de Electricidad y Combustibles (SEC), incluso antes de que la norma entrara en vigencia.
Zonas y sectores con más denuncias
A pesar de los avances en la implementación de la norma lumínica, aún persisten focos de alta conflictividad asociados al uso indebido de luz artificial durante la noche. Sectores económicos y actividades específicas continúan generando denuncias ciudadanas que reflejan la necesidad de reforzar la fiscalización.
Acerca de los focos principales de denuncia, la superintendenta Plumer explica que estos “se concentran en instalaciones como recintos deportivos, bares, discotecas y proyectos inmobiliarios, y otras actividades que hacen uso intensivo de iluminación artificial en horarios nocturnos”.
Y sobre las regiones con mayor número histórico de denuncias, expone que siguen siendo Coquimbo (88 casos), Antofagasta (53) y Atacama (27), aunque la Región Metropolitana ya suma 56 denuncias desde la entrada en vigencia de la nueva norma, lo que evidencia la urgencia de fortalecer la fiscalización a lo largo del país.
Impactos ambientales y ejemplos en Chile
Respecto a los efectos ambientales de la contaminación lumínica, Plumer recordó que se trata de un fenómeno que altera el ciclo natural del día y la noche, afectando especialmente a especies nocturnas. En Chile, se ha registrado la desorientación masiva de golondrinas de mar en el norte y de la fardela blanca en territorios como Juan Fernández e Isla Mocha.
Pero además del impacto sobre la biodiversidad, esta problemática también tiene efectos comprobados en los humanos. Según National Geographic, la exposición prolongada a luz artificial puede tener un impacto significativo en la salud humana en diferentes aspectos:
- Influencia en los ritmos naturales del cuerpo: conocidos como ritmos circadianos, estos dependen de los ciclos de luz y oscuridad para funcionar correctamente, e influyen en procesos esenciales como el metabolismo, la temperatura corporal y especialmente el sueño.
- Impacto hormonal: la exposición a luz artificial durante la noche también puede alterar la producción de hormonas esenciales, como la melatonina, encargada de regular los ciclos de sueño y vigilia. Como resultado, el organismo puede volverse más vulnerable al estrés, al debilitamiento del sistema inmune y a otras alteraciones que afectan el equilibrio general del cuerpo.
- Consecuencias en el sistema inmunológico: durante lo que debería ser un periodo de completa oscuridad, como se explicó anteriormente, interrumpe los ritmos circadianos naturales, lo que puede debilitar el sistema inmunológico. Esto hace que las personas sean más susceptibles a infecciones y aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como obesidad, diabetes tipo 2 y problemas cardiovasculares.
Rol ciudadano y colaboración interinstitucional
Más allá del rol institucional, la superintendenta llamó a las personas, familias y comunidades a tomar conciencia y realizar cambios simples pero significativos, como orientar adecuadamente la luz, evitar el uso excesivo, preferir luces cálidas y entender el propósito de cada iluminación, especialmente en el entorno doméstico o barrial.
“Lo primero que debemos entender como sociedad es que una mala utilización de la luz puede contaminar y generar impactos en el medioambiente y en nuestra salud. Por eso es importante adoptar prácticas muy sencillas, como tener claro el propósito de la iluminación, evitar el uso excesivo, orientar la luz hacia la superficie que se quiere iluminar y preferir luces cálidas que contaminan menos que la luz blanca fría”.
Finalmente, Plumer detalló que la Superintendencia del Medio Ambiente ha trabajado estrechamente con la SEC, el Ministerio de Energía y el Ministerio del Medio Ambiente en la elaboración de protocolos, sistemas de control preventivo, certificación de productos y fiscalización del cumplimiento normativo.
Excelente la norma y por cierto la fiscalización de lo contrario si no existe control, la norma o reglamento no sirve de nada. Muy importante para nuestra salud pero también para las otras especies
que habitan nuestro planeta. No tendríamos por qué como especie dañar a las otras, además, no podemos perder la capacidad que tenemos hoy de observar los cielos, lo que no se ve no existe. No puede ser que las nuevas generaciones no conozcan donde habitamos y en medio de que sistema se ubica la Tierra.