Se produce, se utiliza, se bota. Ese es el clásico camino que siguen las 355 mil toneladas de residuos plásticos generados en Chile. De esos, sólo el 12% se recicla, pero cada vez hay más políticas públicas que buscan cambiar este escenario.
El productor es el primer actor en el ciclo de vida del producto. En consecuencia, tiene responsabilidad directa sobre el destino del residuo generado una vez que este cumpla su vida útil. Eso es lo que establece la ley REP para de esta forma incentivar la economía circular, es decir, que todo producto, al finalizar su uso, se convierta en materia prima para otro proceso.
La ley nace de la ausencia de normativas que regulen la gestión de los desechos. “Se necesitaba un rango legal que sistematizara la gestión de residuos y el fomento al reciclaje”, afirma Jorge Canals, subsecretario de Medio Ambiente. En ese sentido, REP llega para cambiar la relación con los residuos: No mirarlos más como desechos sino como un recurso económico, potenciando la economía circular. “La economía circular llegó para quedarse. Tenemos que empezar a desarrollar modelos de negocio en torno a ésta”, asegura Michel Compagnon, gerente general de Comberplast.
En la misma línea, Canals asegura que el ecodiseño es necesario para el desarrollo económico actual si se quiere evolucionar a un desarrollo sostenible, y que es una herramienta fundamental para hacer funcionar la ley REP. Aplicar el ecodiseño en los envases es una manera de prevenir la generación de residuos, ya que éste vuelve a incorporarse a la cadena productiva como materia prima de energía.
Un estudio de la Dirección de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile junto a TriCiclos, concluyó que establecer metas individuales de reciclaje por categoría de plástico es mucho más eficiente que fijar una meta global de reciclaje para estos envases, reduciendo así en un 76% las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Esto porque en ese caso, se incentiva el desarrollo del ecodiseño y la real responsabilidad del productor, entre otras razones.
Reducir el impacto ambiental
El ecodiseño juega un rol fundamental en la implementación de economías circulares, dado que la esencia del producto es estar diseñado para ser reutilizado o fácil de reciclar una vez finalizado su ciclo, permitiendo su retorno a la producción como materias primas de segunda vida. “Si diseñas un producto como basura, es muy difícil sacarlo de la basura”, concluye Compagnon al reflexionar sobre la importancia del diseño del envase para llevarlo al reciclaje.
Además, los envases ecodiseñados cumplen el rol de minimizar el impacto ambiental durante su producción. “Hay distintas formas de aplicar el ecodiseño a cualquier tipo de producto. Lo importante es que se debe entender como una herramienta comparativa”, señala Gonzalo Muñoz, CEO de TriCiclos. En algunos casos se disminuye la cantidad de energía utilizada, la cantidad de emisiones de CO2 o la cantidad de agua. En la sumatoria final, el producto resultante tiene que tener un impacto ambiental menor que el mismo antes de ser ecodiseñado.
Un ejemplo concreto es el caso de la nueva botella Ecoflex de agua mineral Vital de Coca-Cola Chile. Con ella, se redujo en 30% el gramaje de plástico que requiere la elaboración de botellas. Esto significa una reducción de 15,2 toneladas de plástico para la botella de 1,6 litros, y de 202,3 toneladas para el caso de la presentación de 600 ml. “Coca-Cola lanzó un producto y mostró un ejemplo de cómo se podría implementar el ecodiseño”, manifiesta Muñoz.
Actualmente, en Chile hay pocas empresas que aplican la economía circular. Por ello, el subsecretario de medio ambiente afirma: “Con la ley cambia la forma de diseñar el producto, el disminuir las externalidades ambientales que produce, mejora la eficiencia, fomenta la economía circular y los productores se hacen responsables de sus residuos. Es un cambio de paradigma total”.
En ese sentido, Daniel Vercelli, gerente general de Coca-Cola Chile, comparte la opinión del subsecretario. “Nuestros empaques permitirán comparar y elegir productos sobre la base de su desempeño ambiental, un cambio de mentalidad radical”, señala.
Procesos y desafíos
Innovaciones como el ecodiseño suponen un cambio tecnológico importante. Sin embargo, las empresas también ven en él una oportunidad. “Si bien requieren de inversiones relevantes en una primera etapa, su adopción también representa ahorros y por otra parte, una mejor gestión medioambiental”, manifiesta Vercelli. Asimismo, la empresa dice asumir el desafío de ser un motor de desarrollo que impulse a la industria en la adopción de nuevas tecnologías amigables con el medioambiente.
Desde la Asociación de Industriales del Plástico (Asipla) sostienen que esto repercute de forma positiva en los productores argumentando que todo lo que sea bueno para el país debiera ser bueno para las industrias. “Una industria que sea sostenible al mediano-largo plazo tiene que ser una industria que vaya en línea con las necesidades del país”, afirma Nicolás Bär, director ejecutivo de Asipla.
Bär agrega que el gran desafío es que se desarrollen innovaciones, se busquen mejores materiales y formas óptimas que permitan una disposición del residuo a menor costo, de manera que puedan ser aprovechadas como material para reciclaje.
Por otro lado, desde el Ministerio del Medio Ambiente aseguran que la mayoría de las empresas están interesadas y abiertas a estos cambios, pero que aplicarlos no es tan fácil. “En el mundo se demoran 10 a 15 años en aumentar los porcentajes de reutilización del reciclaje. Hay mucho entusiasmo, pero también incertidumbre en cómo hacerlo”, sostiene Canals.
La ley está promulgada y ahora las autoridades pertinentes están abriendo expedientes para fijar las metas en dos productos prioritarios. Estos son los Envases y Embalajes (EyE) y los neumáticos fuera de uso. “Lo que va a exigir a las industrias del plástico es establecer un volumen de recolección y valorización de su producción”, explica Canals. Esto último es lo que falta definir. Ahora se armará un comité operativo con miembros de las industrias, empresas y técnicos de los distintos servicios del gobierno en competencia. Ellos van a establecer la meta que el sector productivo tendrá que cumplir sobre la valorización energética de los residuos a través de sistemas de gestión de residuos.