Las claves del Tratado Global por los Océanos en el que Chile busca ser protagonista

En entrevista con Codexverde, Elizabeth Soto, bióloga marina e investigadora en temas de océanos y pesca de Fundación Terram, abordó las principales impicancias de este tratado internacional y el cómo Chile se ha envuelto en el desarrollo de este mismo.

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El océano, abarcando más de dos tercios de la superficie de nuestro planeta, desempeña un papel vital alproporcionar recursos básicos para vivir, como lo son la energía, los minerales y el alimento. Pero, además, su inmensa biodiversidad, con cerca de 200 mil especies identificadas y muchas otras aún por descubrir, subraya su importancia como un reservorio único de vida en la tierra.

En este escenario, negociado desde 2017, nace el Tratado Global de los Océanos. Finalmente aprobado por la Quinta Conferencia Intergubernamental sobre la BBNJ en agosto de 2023, este se busca en convertir el 30% de los océanos de todo el mundo en zonas protegidas para salvaguardar la biodiversidad marina, con el compromiso de realizarse antes de 2030.

Sobre esto, en una entrevista con Codexverde, desde Fundación Terram, la bióloga marina e investigadora en temas de océanos y pesca, Elizabeth Soto, abordó los detalles de este tratado, sus implicancias y cómo Chile se ha envuelto en el desarrollo de este mismo. 

Soto, quien además ha participado activamente en reuniones con el Ministerio de Relaciones Exteriores y otras organizaciones para trabajar sobre este acuerdo, explica que su objetivo principal es proteger la biodiversidad en áreas fuera de la jurisdicción nacional, lo cual se refiere a todas las zonas de alta mar que están fuera de las zonas económicas exclusivas que tiene cada país.

“Por ejemplo, en Chile tenemos 200 millas náuticas de zona económica exclusiva donde nosotros podemos sacar recursos tanto del fondo marino como del mar. Todo lo que está después es alta mar, gran parte del planeta que es finalmente tierra de nadie, es tierra de todos, donde se hacen distintas actividades, tanto económicas, de pesca y de otro tipo”.

Papel de Chile

En general Chile ha tenido una política de Estado que ha instado a liderar temáticas relacionadas a los océanos, por lo que no son extrañas las señales que se han entregado para que nuestro país sea sede de este tratado.

Sobre aquello, la experta declara que los demás países de Latinoamérica miran a Chile como referente para poder ellos mismos ir avanzando en zonas de protección en sus áreas jurisdiccionales.

“Creo que tenemos una buena oportunidad de hacer un liderazgo que vaya más allá de lo que podemos hacer individualmente como nación y que traspase las fronteras a nivel de, por ejemplo, Sudamérica (…) Chile puede tomar un rol interesante en invitar a países como Brasil, Uruguay, Colombia y Ecuador, los que ya han firmado, a que ratifiquen pronto, y que haya una señal como Sudamérica, para que el tratado tanto se quede acá como para que avancemos pronto a que este entre en vigor”, comentó.

Soto valora positivamente este desafío auto propuesto por el Estado de Chile, ya que el poder ser la sede del tratado traería provechos al gobierno actual. “Por ejemplo, para mayor desarrollo en las universidades, incluso fuentes laborales que ahora no existen, y también biodiversidad de personas que van a viajar cuando tengamos las reuniones, porque las reuniones serían habitualmente acá en Chile”, agregó.

El tiempo como principal desafío

La experta considera el tratado como algo muy esperado para todos los amantes del océano, y que debería ser también muy esperado para el planeta, ya que proporciona muchas herramientas para combatir la contaminación, los impactos del cambio climático y la pérdida de biodiversidad.

“El lograr proteger la alta mar, en donde de alguna manera los países iban y hacían lo que querían, es súper importante. También pone ciertas restricciones que van de la mano con, por ejemplo, otros temas que son controversiales como la minería submarina, al exigir estudios de impacto de evaluaciones de impacto ambiental de las actividades que se realizan en la altamar. Esto pone más límites para que actividades que puedan ser sumamente destructivas para los océanos, no lleguen y se hagan, no se hagan sin ningún cuidado”.

Estas y otras actividades son las que en la actualidad influyen negativamente en el océano con impactos como la acidificación, el aumento de la temperatura de las aguas o la contaminación de distintos tipos. Es por eso que, para la bióloga marina, el tiempo es uno de los principales desafíos dentro de la implementación de este tratado. “En marzo se llegó a un acuerdo, luego el texto salió en junio del 2023, y la firma para que los países empezaran a ser signatarios del tratado se abrió en septiembre. Ahora, después de esta firma, necesitamos que 60 países ratifiquen. Una vez que estos 60 países ratifican, recién el tratado entra en vigor, y después de un año se convoca la COP, donde se empezarían a ver más detalles de cómo avanzar con el Tratado en sí”, concluye la investigadora de Fundación Terram.

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