Investigadores chilenos proponen etiquetas en alimentos para apoyar cultura sostenible

Tal como se crearon los sellos para levantar alertas sobre los alimentos poco saludables, expertos chilenos proponen crear sellos que permitan que los usuarios identifiquen la certificación de los alimentos en el área ecológica.

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Estudio realizado por investigadores del Centro Regional de Investigación e Innovación para la Sostenibilidad de la Agricultura y los Territorios Rurales (Ceres) y otras instituciones del país, establece que la agricultura sostenible es posible, pero debe combatir muchas barreras, y para pasar al siguiente nivel, el cambio de cultura del consumidor y junto con políticas públicas que promuevan y apoyen una cultura sostenible, son tareas que los mismos consumidores establecen como necesarias.

Generar alimentos sostenibles y aumentar la producción no son opuestos, y esta es una de las metas de la Intensificación Ecológica, concepto global que busca mantener la productividad e incluso hacerla más eficiente utilizando los beneficios de la biodiversidad o servicios ecosistémicos.

Sobre aquello, Pablo Díaz, máster en ciencias y gestión del medio ambiente de Ceres,  menciona que “la concientización social sobre los impactos ambientales de la agricultura es clave para apoyar la transición hacia una agricultura sostenible, ya que el conocimiento ambiental puede superar varias barreras al consumo de productos respetuosos con el medio ambiente, como los altos precios. Aún muchas personas no son conscientes de que nuestro sistema alimentario es la mayor amenaza para la biodiversidad del planeta”.

Tras el estudio y las conclusiones de los investigadores, una de las medidas claras que se proponen es la creación de sellos que permitan identificar las etiquetas ecológicas de cada alimento y levantar alertas en los consumidores. “Hoy existen más de 300 normas de sostenibilidad en el mercado y unas 459 etiquetas ecológicas en 199 países y 25 sectores industriales”, menciona Díaz.

El experto además destaca que, en el ámbito alimentario, 145 ecoetiquetas se centran principalmente en impactos específicos como el consumo de energía, las emisiones, el bienestar animal y las prácticas agrícolas, explicando que “es necesario aunar estos criterios para visibilizar de mejor manera aspectos que el consumidor puede tomar en cuenta al momento de consumir un producto. Por ejemplo, si quiero comprar una manzana la etiqueta me puede entregar la información necesaria para tomar una decisión al momento de comprar. La etiqueta podría decirnos por ejemplo que esa manzana vienen de una plantación que utiliza agroquímicos o que tiene manejos que promueven la biodiversidad (corredores biológicos o parches de bosque nativo)”.

Esta medida se suma a otras propuestas que permiten promover la intensificación ecológica, con un enfoque de paisaje o ecosistémico, que consiste en un manejo sustentable de los predios agrícolas donde todo el sistema participa.

El ingeniero agrónomo enfatiza en la necesidad de educar para realizar cambios profundos. “Todas nuestras recomendaciones van de la mano con una educación ambiental en la escuela, donde es posible generar un cambio cultural. Sin embargo, también debiese haber una educación ambiental informal, en los mismos supermercados podrían haber paneles explicando los nuevos sellos que proponemos o informando sobre las consecuencias de algunas prácticas agrícolas y por qué debemos preferir alimentos más sostenibles”, finaliza.

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