Pucón, Torres del Paine, Puerto Williams, Punta Arenas, Puerto Natales, Chile Chico, Raúl Marín Balmaceda, Bahía Murta, Futaleufú, Cochrane, Tortel, Chillá, Panguipulli, Villa O’Higgins y Puerto Varas se han unido a la ordenanza e iniciativas orientadas a prohibir que el comercio entregue bolsas plásticas de polietileno. En algunos casos, la solución es paradójica, ya que el comercio de varias de estas ciudades entregan otra bolsa plástica, de un producto llamado comercialmente telas no tejidas, TNT, elaborado con polipropileno. Cierto, las bolsas de TNT, al ser reutilizables, pueden reducir de manera importante la cantidad de residuos de plásticos, pero dejan un manto de dudas sobre lo “ecológico” de estas campañas municipales. De hecho, el seremi de Medio Ambiente de la Región de Aysén, Sebastián Riestra, ha dicho que “las bolsas ecológicas también son hechas de plástico”.
También así lo entiende Mónica Solorza, dueña de la empresa Eco3R, quien no duda en calificar las campañas de algunas de estos municipios como “publicidad engañosa. “La bolsa de TNT es un plástico que degrada en 1.500 años. Lo que cuestiono es cómo las municipalidades ofrecen una bolsa que es tan dañina como las bolsas que se reemplazan. No se debe priorizar el tema económico cuando se trata del medio ambiente”.
Eco3R produce en Chile, desde hace 8 años, bolsas de algodón, utilizadas principalmente en campañas publicitarias, que se plantean como un sustituto de bajo impacto a las bolsas plásticas.
¿Cómo se puede incentivar el consumo de productos como las bolsas de algodón, de mayor costo económico que las plásticas?
Empecemos a cobrar por la contaminación. Muchas de estas bolsas que nos entregan en los supermercados son gratis, pero gratis entre comillas, porque son las más caras para el medio ambiente. Los cambios se pueden hacer creando conciencia ciudadana, transparentando los verdaderos costos de las bolsas plásticas.
¿Cuál es el perfil de tus clientes?
Al comienzo hacia sólo bolsas y luego fui derivando hacia la publicidad sustentable. Hoy las universidades tal vez sean mis principales clientes, también las empresas mineras y organismos como la Agencia Chilena de Eficiencia Energética, que en todos sus seminarios entrega bolsas de algodón. Estas bolsas son una muy buena publicidad y evitan los regalos desechables.
Nos compran también algunas pequeñas municipalidades, como la de O’Higgins, que por ningún motivo quiere bolsas TNT.
Por conciencia, el dueño de una panadería nos mandó a hacer 200 bolsas para sus clientes regalones. Y una señora nos pidió pequeñas bolsas de algodón para las sorpresas de la fiesta de cumpleaño de su hijo, una bolsa que después queda para llevar la colación de los niños. Son pequeñas iniciativas que van haciendo el cambio.
¿Has visto una mayor preocupación por el tema ambiental desde que partiste, hace 8 años?
Ha habido un crecimiento, pero lento, lentísimo. Recién ahora se está hablando un poco más del tema. Aspiro a que haya un cambio con la creación de conciencia, que las empresas quieran ser un aporte, que los jóvenes y niños, que han interiorizado la preocupación ambiental, comiencen a posicionarse.
¿Tu empresa ha recibido alguna forma de apoyo del Estado?
Muy poco. Como Pyme hace algunos años gané un fondo Capital Abeja (de Sercotec), pero daba lo mismo que fuera emprendimiento verde. Cuando recién comencé postulé a Octantis (la incubadora de negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez); nunca fuimos tomados en cuenta.
No sin dificultades, como Pyme hemos logrado posicionarnos entre clientes que ven la protección del medio ambiente como una preocupación por la que hay que hacer acciones concretas
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