Día de la Tierra: hoy nuestro hogar nos necesita

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Sin lugar a dudas que el ajetreo del mundo actual muchas veces hace que nuestra vida se vea consumida por la cotidianidad de nuestras responsabilidades personales y laborales, lo que a veces puedan invisibilizar lo que existe a nuestro alrededor y que en momentos como los que estamos viviendo hoy con la pandemia del coronavirus recién podamos apreciarlos, como lo es la belleza de nuestro hogar la Tierra, naturalmente perfecta.

Este encierro obligado por el coronavirus (Covid-19) nos ha entregado la oportunidad para reflexionar sobre lo queremos hacer en nuestras vidas en el plano personal, y como sociedad respecto del rol que debemos asumir para preservar nuestro planeta.

Cuando estamos por conmemorar este 22 de abril el Día Internacional de la Tierra, se hace más relevante una nueva mirada hacia el planeta, rescartar la diversidad y riqueza ecológica que nos entrega, especialmente en nuestro país.

Estas semanas –tras una pausa de la actividad económica y del quehacer humano a propósito de las cuarentenas obligadas por el coronavirus- se han reportado en varias ciudades del mundo situaciones vinculadas a un mejoramiento del medio ambiente y la disminución de contaminantes en los recursos naturales. Pareciera que esta pandemia nos está recordando que cada acción que ejercemos en el día a día, tiene una consecuencia sobre nuestro entorno, y prueba de ello son los impactos positivos visibles en el medio ambiente que hemos observado en nuestra región: el mejoramieno de la calidad del aire, la reducción en un 78% del ruido en las ciudades durante las noches, y el avistamiento de algunos pumas que descendieron de las montañas a la ciudad.

Sin embargo, sabemos que el mejoramiento de los índices de contaminación y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero son situaciones temporales porque con la vuelta de la actividad humana se retomarán también sus impactos negativos: alteraciones en el uso del suelo, en el clima, en los animales y en la naturaleza en general… a menos que hagamos un cambio.

Hoy más que nunca tenemos que retomar el concepto de economía sustentable. Tras superar la pandemia del coronavirus tenemos una gran responsabilidad con el planeta y con nosotros mismos, tenemos que repensar en una economía que preserve la salud del planeta, y que sea lo suficientemente robusta para potenciar los motores del crecimiento económico en cada ciudad azotada por cientos o miles de muertes. Aparejado a esto necesitamos que no solo nosotros -como Gobierno- adoptemos un manejo sustentable de los recursos. Es responsabilidad también de las empresas, organizaciones y las personas en particular, adoptar actividades y empleos sostenibles, donde el éxito no solo sea el crecimiento económico sino también una robusta salud de las personas y del planeta. Hoy –la experiencia lo dice- sabemos que la prosperidad de ambas van aparejadas, porque sin planeta… no hay vida humana.

Como autoridades, sabemos que tenemos un rol importante respecto de las herramientas que entregamos a la población para tomar conciencia de la situación de nuestro planeta, por eso como Ministerio de Medio Ambiente hemos desarrollado una serie de políticas públicas en pos de la protección de nuestro entorno, y como Seremi RM, hemos sacado adelante desde pequeños proyectos hasta grandes estrategias medioambientales.

Algunos ejemplos son la fructífera tarea de coordinación con los Santuarios de la Naturaleza de la RM, los esfuerzos por la conservación de importantes ecosistemas como el Humedal de Batuco, y también de especies endémicas como los lagartos gruñidores y la rana chilena.

También se está trabajando en el desarrollo del instrumento de Planificación Ecológica, el que permitirá zonificar el territorio para la conservación de áreas de gran valor ambiental. Incluso se ha colaborado con Conaf y Colmevet en la tenencia responsable de mascotas con el fin de promover la conservación y cuidado de la fauna nativa. Todo esto gracias a nuestros y nuestras profesionales que cada día colaboran con su conocimiento y trabajo para proteger nuestros ecosistemas que nutren día a día a la ciencia local y mundial.

Sin embargo, aún falta camino por recorrer y sabemos que nuestro tiempo para actuar es limitado. En periodos de crisis -como la que vivimos estos días a causa del coronavirus- el efecto de nuestras acciones cobra mayor impacto, por ello hemos puesto todos nuestros esfuerzos y acciones en cumplir con los compromiso del Acuerdo de Paris, que busca limitar el calentamiento global a menos de 1,5 grados de calentamiento.

Hace unos días nuestra ministra Carolina Schmidt, en conjunto con los ministros de Energia y el de Ciencias, presentó ante la ONU la actualización de las metas de Chile respecto de sus compromisos climáticos (NDC) alineadas al Acuerdo de París, y que fue construida con la participación del mundo científico nacional. La actualización de la NDC chilena establece metas ambiciosas en cuatro pilares: mitigación, adaptación, integración y, por primera vez, un pilar social que permea los otros tres para encauzar nuestro desarrollo hacia uno bajo en emisiones y resiliente al clima, con foco en el impacto sobre la vida de las personas en sus territorios.

Asimismo, las medidas están priorizadas según su costo eficiencia y agrupadas en seis ejes de acción: industria y minería sostenible (25%),  producción y consumo de hidrógeno (21)%, edificación sostenible de viviendas y edificios públicos-comerciales (17%), electromovilidad principalmente de sistemas públicos (17%), retiro de centrales a carbón (13%) la cual es una de las principales medidas habilitantes, y otras medidas de eficiencia energética (7%).

Las autoridades expusieron que la meta de Carbono Neutralidad significaría oportunidades de inversión de entre US$27.300 y US$48.600 millones al 2050, dato que sin duda desmitifica la creencia que cuidar el planeta afecta a la economía, muy por el contrario, Chile está dando muestra que preservar la naturaleza es el motor para el crecimiento sostenible de nuestro hogar la Tierra.

Por último, tal como mencioné en un principio, este planeta es de todos y todas, y por ello, el llamado es a tomar las riendas del futuro ahora. Eduquémonos, aprendamos y ejerzamos acciones más sustentables en el día a día, tanto ciudadanos, como instituciones, empresas y todo aquel que espera que este lugar sea, por mucho tiempo más, nuestro hogar y el de todas las especies que cohabitan con nosotros.

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