Detectan que en 12 comunas de Chile se incumplen parámetros de calidad del agua

Los criterios más vulnerados tienen relación tanto con el olor y sabor del elemento, como con la presencia de cloruros y sulfatos.

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El pasado 18 de abril, los vecinos de la comuna de Tierra Amarilla, en la Región de Atacama, se llevaron una desagradable sorpresa al abrir las llaves de agua potable: el líquido, que fluía en cocinas y baños, era de color rosado.

La situación derivó en un corte del suministro que por más de 24 horas sufrieron 2.773 hogares. Se denunció la intoxicación de 14 menores y cuatro educadoras de un jardín infantil y el municipio presentó una querella. A su vez, la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS) inició un proceso de sanción contra Aguas Chañar, la firma distribuidora, tras verificar “la presencia de permanganato de potasio, generando un color rojizo en el agua, que afectó a la red de agua potable de toda la población de Tierra Amarilla”.

Este caso, si bien es el más notorio y anecdótico, no es el único. Durante abril, el último mes registrado por la SISS, en otras 11 comunas se incumplieron los parámetros de calidad del agua, que resguardan criterios de sabor, olor y turbiedad, además de la presencia de cloruros, sulfatos y sólidos disueltos totales. Se trata de un fuerte aumento, considerando que en marzo fueron cinco las comunas del país que estuvieron fuera de norma.

De acuerdo al registro, las otras faltas se detectaron en Pica, Chañaral, Copiapó, Rancagua, Machalí, Cauquenes, Tomé, Penco-Lirquén, Lota, Quillón y Punta Arenas.

En el caso de la Región de O’Higgins, la empresa operadora, Essbio, argumentó que los incumplimientos se deben a episodios puntuales: “Se trata de parámetros que en ningún momento pusieron en riesgo la salud de las personas y están relacionados con dificultades operacionales, puntuales, que fueron rápidamente superadas”.

Desde la superintendencia, en tanto, aseguran que en el caso de nueve comunas, las faltas son puntuales, que pueden ser “originadas en la operación de los sistemas de producción o distribución de agua potable, tales como: fallas en los equipos, problemas en la toma de las muestras de control o errores en la información proporcionada por las concesionarias sanitarias; o bien, a situaciones por arrastre de material”.

Los problemas en el norte del país, en cambio, son recurrentes. Desde Aguas Chañar dijeron estar al tanto del problema, que atribuyen a la profundización de los pozos, debido a la sequía que afecta a la Región de Atacama. Aseguran que lo anterior provoca “que parámetros de carácter organoléptico se vean alterados en la producción del agua potable, cambiando el sabor de la misma, no así su potabilidad”.

La firma añadió que ya se han construido dos plantas de purificación por osmosis inversa en la ciudad de Copiapó, que permitirán purificar más de la mitad de la demanda media de Copiapó. Además, en marzo se terminó la construcción de una planta de filtros en Tierra Amarilla, y en Chañaral comenzarán las obras de una planta desalinizadora, que fue anunciada durante el gobierno pasado, y que se espera esté operativa para 2020.

Mario Morales, alcalde de Tierra Amarilla, reconoce que la escasez hídrica ha afectado a su comuna por años. Sin embargo, añade que “los efectos negativos se ven incrementados por el mal servicio que presta la sanitaria Aguas Chañar y, lamentablemente, los más afectados son las familias más vulnerables, que muchas veces no cuentan con los recursos para comprar agua envasada y se ven obligadas a consumir agua de mala calidad”.

Eso, pues, pese a que desde la firma aseguran que el agua sí puede ser consumida, los vecinos de la zona prefieren no hacerlo y recurren al agua embotellada.

La toxicóloga y académica de la Universidad Mayor, Laura Borgel, concuerda con que estas faltas, si bien pueden molestar y llamar la atención de los usuarios, no constituyen un riesgo para la salud: “La cantidad de sulfatos o cloruro no repercute mayormente. Sí lo haría desde el punto de vista de riesgos para la salud si el incumplimiento estuviera relacionado con la calidad de metales pesados, como mercurio o arsénico”.

En el caso de los sólidos disueltos totales, Borgel señaló que no revisten mayor problema: “Significa que probablemente pasaron arenillas finísimas por los filtros. Esto va a depender del origen del suelo” y añade que el problema apunta más a algo comercial, que pese a no ser dañino, no debería dejarse pasar. “Los parámetros son la norma que las empresas deben cumplir, porque tiene un contrato en el que garantizan que se van a mover dentro de esos parámetros. El agua tiene que ser transparente. Allí comienza a regir la política de lo que compro versus lo que recibo”.

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