Desarrollo sostenible como oportunidad en medio de la crisis más grave de las últimas décadas

Facilitar, crear, fomentar y desarrollar las oportunidades de crecimiento económico es fundamental en la economía actual tanto para Chile como para cada una de las naciones del mundo; pero a diferencia del contexto que existía hace 30 años, ahora hay un nuevo objetivo en el horizonte: el desarrollo sostenible y sustentable para alcanzar distintos fines minimizando los daños que se pueden generar al medio ambiente.

Gonzalo Lagos, director ejecutivo Fundación Chilenter.

La globalización, industrialización y crecimiento poblacional lamentablemente han traído un problema severo a lo que todos estamos expuestos. Es un problema que vivimos a diario, que está ahí, que tal vez a simple vista no lo podemos notar, pero a medida que pasan los días, semanas, meses y años –peor aún-, se traduce en un simple enunciado: calentamiento global, cuyas consecuencias, a largo plazo, podrían ser mortales e irreversibles.

Es por esto que apostamos y creemos que es posible desarrollar un sistema que una tres variables fundamentales, como lo son el progreso social, el equilibrio medioambiental y el crecimiento económico, nada más ni nada menos que desarrollo sostenible y sustentable.

Desde nuestra tribuna, tenemos ya casi 20 años (17 para ser exactos) desarrollando y poniendo en práctica varios objetivos de los 17 planteados por la Organización de las Naciones Unidas para cumplir con el desarrollo sostenible.

Nuestras dos líneas de trabajo fundamentales son el reciclaje y reacondicionamiento de electrónicos, actividad que ha tomado notoriedad en los últimos años y que se va a ver intensificada gracias a la puesta en marcha de la Ley de Fomento al Reciclaje (Ley REP) con el rubro de los electrónicos

Para darles un ejemplo tan solo en 2019 la fundación recibió casi 220 toneladas de residuos electrónicos, de los cuales un 49% pasó a las líneas de reacondicionamiento (reutilización en la Jerarquía de Gestión de Residuos), un 42% fue reciclado y tan solo un 9% fue eliminado en relleno sanitario (disposición final) y estamos haciendo lo humanamente posible para buscar un fin sustentable para aprovechar lo acumulado en este porcentaje.

Durante el último año, un 66% de los componentes electrónicos computacionales que ingresaron a Chilenter vienen de instituciones privadas y un 32% de reparticiones públicas  y un no poco despreciable 2% de personas naturales que se acercaron a la fundación a traer sus equipos. Lo que queremos decir con esto es que el mensaje se está entendiendo. Tanto reutilizar como reciclaje con nosotros, se traduce en disminución de huella de carbono (HDC).

Para ser más claros el uso de 1.000 computadores reacondicionados por nuestra fundación, versus 1.000 equipos nuevos, genera un ahorro de 883 toneladas de CO2, lo mismo que se mitigaría si plantamos 20.751 árboles, si cambiáramos 28.433 ampolletas tradicionales a las de ahorro de energía, y lo equivalente al consumo anual de 118 casas.

Pero también tenemos que ser muy honestos, son preocupantes las cifras que tenemos hoy en día en el país. Según el último estudio regional de la ONU, indicaron que en 2018 cada chileno generó alrededor de 11 kilos de residuos electrónicos, pasando a liderar la estadística en la región en generación de desechos electrónicos p/p. Esto sumado datos del Ministerio de Medio Ambiente, que indican que  el 81%  de los residuos electrónicos tiene destino desconocido y el 19% restante  son enviados a rellenos sanitarios, junto a residuos domésticos que también se disponen en vertederos.

Pero, ¿estando en el contexto actual y viviendo la crisis más grande de las últimas décadas, podríamos seguir adelante y desarrollar estrategias de Desarrollo Sostenible? Pues, desde nuestro punto de vista la respuesta es, sí, es posible.

Y para esto hay que contar con voluntad, políticas empresariales concretas y apoyo gubernamental como el que está desarrollando el Ministerio del Medio Ambiente con la aplicación escalonada de la Ley REP.

Para finalizar voy a dejar un ejemplo para llamar a la reflexión, un residuo tarda en degradarse 1.000 años según algunos estudios, comparados con los 10 o 15 años como máximo que lo utilizamos, estamos hablando que se mantiene en el planeta contaminando 100 veces (o más) de lo que lo utilizamos. El cambio debe comenzar por nosotros.

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