Conmemorar y respetar a los pueblos naciones originarias para hacer frente a la crisis climática

Los pueblos indígenas tienen un especial vínculo con el territorio en sus múltiples dimensiones y, por lo mismo, el avance del extractivismo y el cambio climático generan múltiples problemas en su subsistencia. Son especialmente las mujeres indígenas quienes sufren estos impactos en lo cotidiano, personal y comunitario, y por lo mismo, la ONU destaca este año su rol fundamental, no sólo en la transmisión y preservación de conocimientos tradicionales, sino que además en la defensa del territorio y recursos, en sus dimensiones materiales e inmateriales.

Este 9 de agosto, se vuelve a conmemorar el Día Internacional de los Pueblos Indígenas y Tribales, en reconocimiento a la primera reunión de trabajo de las Naciones Unidas sobre la población indígena realizada en Ginebra a inicios de los ‘80 (1982). A 40 años de su celebración, encontrándose vigentes Tratados Internacionales y Constituciones Políticas que reconocen los derechos de los pueblos originarios en sus respectivos territorios, la situación de vulneración a sus derechos colectivos e individuales persiste y se intensifica con el avance del neo- extractivismo y, como consecuencia, rebrotan resistencias y movimientos sociales indígenas, en un escenario de acelerado cambio climático. Según el último informe IPCC (2021), los cambios climáticos se intensifican rápidamente en niveles sin precedentes, posibles de ralentizar si se frena el consumo y el extractivismo.

Por Ninón Zalaquett, abogada ONG Defensoría Ambiental

La diversidad de pueblos originarios y tribales en el mundo es enorme y,  junto con ello, las diferencias culturales, lenguajes, dialectos, normas de conducta y organización -socio-política-territorial- , distintos de los rasgos predominantes en las sociedades de los países en que viven. Si bien, gran cantidad de la población indígena es urbana,  aún existen pueblos en aislamiento voluntario, es decir, pueblos sin contacto con las sociedades más cercanas, persistiendo sistemas propios de autonomía efectiva y en resistencia. Lo anterior pone en duda la noción hegemónica de Estados y sociedades homogéneas, como también la visión sobre el Derecho como único sistema de leyes y principios obligatorios vinculados a un Estado. Esto se vislumbra más bien como una ilusión creada para fundar los Estados Naciones Modernos, cuando la realidad siempre ha sido la existencia de pluralismo jurídico y de una sociedad plural, mestiza, jaspeada y muy conectada a los ciclos y ritmos de sus territorios.

Los pueblos indígenas tienen un especial vínculo con el territorio en sus múltiples dimensiones y, por lo mismo, el avance del extractivismo y el cambio climático generan múltiples problemas en su subsistencia. Son especialmente las mujeres indígenas quienes sufren estos impactos en lo cotidiano, personal y comunitario, y por lo mismo, la ONU destaca este año su rol fundamental, no sólo en la transmisión y preservación de conocimientos tradicionales, sino que además en la defensa del territorio y recursos, en sus dimensiones materiales e inmateriales.

Este contexto, junto con la persistencia de dinámicas de colonización y posterior ciudadanización, implica que esta diversidad de pueblos tengan un rasgo común, relacionado a la situación de subordinación estructural (epistemológica, legal, económica, de género, corporal y espacial etc.) en la que han sido puestos por la sociedad dominante, al tiempo que se insertan en la ciudad o se encuentran reducidos a predios rurales que ya no son suficientes para sus mecanismos tradicionales de subsistencia. Sin mecanismos estatales suficientes para proteger sus derechos, obligados en ocasiones a desplazamientos territoriales y en caso de resistir, son fuertemente criminalizados, mediante la construcción de un enemigo interno “terrorista” o “narcotraficante”. Se invisibiliza además la necesidad de garantizar sus derechos humanos colectivos e individuales y, como señala la Amnistía Internacional y la ONU, torna la labor de defender sus territorios, una actividad peligrosa, por enfrentarse a constantes amenazas.

A pesar de ello, la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo y el Convenio sobre la Diversidad Biológica (1992), reconocen el papel fundamental que desempeñan los pueblos indígenas y sus comunidades -así como otras comunidades locales- en la ordenación del medioambiente y en el desarrollo sostenible, gracias a sus conocimientos y prácticas tradicionales. Aun cuando se reconoce la importancia de los pueblos en la preservación de la naturaleza, el avance del extractivismo en este momento histórico implica la invasión de territorios cada vez más remotos, muchos de ellos indígenas, donde alrededor del 80% concentra los lugares con mayor biodiversidad (FAO, 2008).

El informe “Última Línea de Defensa: Las industrias que causan la crisis climática y los ataques contra personas defensoras de la tierra y el medioambiente” (2021) de Global Witness, alerta sobre el aumento de los ataques a personas defensoras de la tierra y el ambiente, quienes al enfrentarse a “intereses poderosos han pagado un precio muy alto con su libertad, sus medios de subsistencia e incluso sus vidas”, correspondiente más de un tercio a ataques contra pueblos indígenas. Advierte que en el caso de las mujeres, además, éstas son susceptibles de enfrentar amenazas específicas de género y violencia sexual.

Por eso, en este Día Internacional de los Pueblos Indígenas, es importante promover la aprobación de la Propuesta de la Nueva Constitución Política de Chile como piso mínimo para el diálogo intercultural, pero también seguir tejiendo el hilo de la resistencia entre defensores y sobre todo entre mujeres defensoras, tanto para contención como para unir los esfuerzos en la lucha por el buen vivir.

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