Aumento de las temperaturas en agua antártica amenaza firmemente población de lobos marinos

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El aumento de la temperatura en las aguas antárticas, debido al cambio climático, está afectando a un organismo clave en la cadena trófica del continente: el krill, un crustáceo cuya población está cayendo y, arrastra a otras especies para las cuales es vital.

 

Una de ellas es el lobo fino antártico (Arctocephalus gazella) -que se alimenta casi exclusivamente de él-, pues sus hembras nacen cada vez más bajas en peso, según un estudio de la British Antarctic Survey (BAS) y la U. de Bielefeld (Alemania).

 

El monitoreo -enfocado en la isla Georgia del Sur, donde está la mayor población- se realizó por 30 años y determinó un descenso de 7,8% en el peso de las crías hembras, debido al cambio en la disponibilidad de alimentos. Además, estas alcanzan su madurez sexual más tarde y las que sobreviven a la maternidad tienen la ventaja de ser heterocigotas (poseen dos formas distintas de un gen particular, cada una heredada de un progenitor), pero esa característica no es heredable, lo que en el futuro podría contribuir a un declive poblacional.

 

“La selección por medioambiente puede impulsar una rápida evolución. Sin embargo, en este caso no parecen estar evolucionando, porque las hembras que sobreviven no pasan su alta heterocigocidad a su descendencia”, dijo Joe Hoffman, coautor del estudio, en un comunicado. Así, con cada nueva generación, el proceso de selección comienza otra vez y solo las que nacen más heterocigotas pueden sobrevivir.

 

Anelio Aguayo, investigador del Instituto Antártico Chileno, explica que, de continuar así en el futuro, provocará un problema de sobrevivencia. “Si el calentamiento sigue, de aquí a cien o doscientos años la población va a disminuir de golpe, porque no van a poder responder a la variaciones del medio”, dice.

 

No serán los únicos afectados, pues especies como los pingüinos adelia y emperador y la foca de Weddel, también dependen del krill que sigue cayendo y poco se puede hacer para detenerlo, dice Elie Poulin, investigador de la U. de Chile. “La limitación de la pesca del krill y un control más estricto de la pesca ilegal podrían ayudar, pero no invertirán la tendencia”.

 

Fuente: La Tercera

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