Acciones post pandemia, una oportunidad para nuestra Madre Tierra

La reconstrucción social nos situará en un nuevo orden mundial post Covid-19, lo que podría constituir una oportunidad única de resarcir el estado de salud del planeta, pues importantes sumas de dinero se volcarán a abordar planes de reactivación de países, personas y sectores económicos.

En este 2021, y luego de más de un año de pandemia, enfrentamos el Día Internacional de la Madre Tierra como una humanidad con una relación renovada con el planeta, humanidad que prioriza cautelar su existencia, debiendo renunciar en forma importante a acciones que usualmente eran naturales y cotidianamente ejercidas sobre la tierra y sus recursos.

La gran incertidumbre del presente y el futuro, respecto a los efectos sanitarios, económicos, sociales y ambientales del Covid-19, nos hace hacer foco en la continuidad individual y colectiva de las vidas de las personas, desoyendo la urgencia que requiere la crisis ambiental que ese está produciendo en el planeta. El declive de la biodiversidad y la cercanía del punto de no retorno de las perturbaciones climáticas emergerán reclamando urgente atención.

La reconstrucción social nos situará en un nuevo orden mundial post Covid-19, lo que podría constituir una oportunidad única de resarcir el estado de salud del planeta, pues importantes sumas de dinero se volcarán a abordar planes de reactivación de países, personas y sectores económicos.

Es ahora que los énfasis se reenfoquen, priorizando inversiones sustentables y tecnologías limpias por sobre la generación uso y disposición de fuentes de agua, energía y materiales, cautelando los servicios ambientales del planeta.

La matriz productiva planetaria, intensiva en extracción de recursos naturales, ha sido históricamente subsidiada a través del combustible fósil que requiere, no quedando claramente establecido el principio de que el que contamina paga.

La creación de nuevas empresas y –por ende– empleos que se requerirán para hacer frente a los efectos de confinamientos provocados por la pandemia, deberán impulsar, premiar o subsidiar una transición hacia economías limpias y consciente de las relaciones de los sistemas naturales y los servicios que otorgan a los procesos productivos y antrópicos que son soportados.

El crecimiento sostenible de una nueva trama productiva, deberá basarse en empleos verdes, que contribuyan a preservar y restaurar el ambiente en sectores tradicionales o emergentes en términos de energías verdes y recursos naturales renovables. Minimizar residuos y contaminación, limitar emisiones de gases efecto invernadero, aumentar eficiencia en el consumo de materias primas y energía, son algunos de sus pilares.

Los cambios de esta nueva economía post Covid-19 implican incorporar instrumentos y herramientas que apunten a incrementar la resiliencia de las sociedades y las personas, de tal forma que puedan trascender a las actuales circunstancias adversas desde el punto de vista económico y propiciar la reinvención del sistema económico global.

Esta nueva economía debe ser habilitada con inversión pública en sectores que cuenten con beneficios tributarios o de acceso y desarrollo para que proyectos sostenibles permitan abordar los desafíos del ambiente y del clima. Será necesario el rediseño de políticas y estrategias en los gobiernos locales y regionales, priorizando una nueva mirada de futuro.

El capital deberá fluir basados en instrumentos financieros que incorporen riesgos y oportunidades climáticas, lo que permitirá sostener los desafíos planetarios relativos a la crisis climática y el decaimiento de los ecosistemas del planeta. Las políticas públicas y decisiones de inversión en infraestructura deben incorporar como conceptos fundamentales los de resiliencia, sostenibilidad y soluciones basadas en la naturaleza.

Estas distinciones y acentos que apuntan a revalorar la importancia de los servicios y recursos que el planeta entrega para la disponibilidad de agua, energía, alimentos y materiales no pueden ser abordados aisladamente por los países en función de su desarrollo en sus diversas dimensiones.  Es fundamental para abordar los desafíos por Covid-19 que la comunidad internacional sea aceptada y constituida por todos los territorios, países y grupos humanos de forma coordinada y colaborativa.

Para el caso de nuestro país, nuestra Madre Tierra debe ser protegida y cautelada en tanto es sostén de la sociedad y la economía, para lo cual habilita a las comunidades de recursos vitales como el agua, alimentos y energía. Acuerdos internacionales que apuntan a hacer frente a la crisis climática, acciones que pretenden integrar las estrategias hídricas con el medio ambiente y, a su vez, este con estrategias energéticas, son los pasos iniciales. 

Se nos abre una oportunidad en la pronta discusión de nuestra carta magna, a partir de la cual se impulse, fomente y apoye firmemente la protección de nuestra tierra tomando como pilares las acciones para enfrentar el cambio climático y la conservación de nuestros ecosistemas.

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