2025: ¿Un déjà vu en la lucha contra la contaminación por plásticos?

La contaminación por plásticos no es solo un problema ambiental, es un desafío social y económico urgente, cuyas soluciones dependen de todos los actores.

Créditos: Greenpeace

Se esperaba que este año fuera un punto de inflexión para la contaminación por plásticos en el mundo. Con una ronda extraordinaria de negociación para conseguir un tratado global vinculante y un sector privado cada vez más alineado con establecer reglas claras, el margen para no lograr un acuerdo se veía como mínimo. Lamentablemente, la polarización política y el debilitamiento de las instancias multilaterales terminó por socavar el proceso. Y, para muchos, iniciaremos el 2026 en el mismo punto de partida.

Por Maximiliano Frey, jefe de proyectos del Pacto Chileno de los Plásticos

No obstante, los meses no pasan en vano y, a pesar de que la foto puede ser similar, la película es claramente distinta: el 2025 cerró una etapa.

A nivel internacional, se terminó por confirmar la salida del Presidente del Comité Intergubernamental de Negociación para la contaminación por plástico y se evidenció la necesidad de cambiar el mecanismo de funcionamiento. No obstante, la ambición se mantuvo y la mayoría de los países dijeron que no a tener un tratado que no abarque el ciclo completo de los plásticos. Y es que —como pocas veces— hay consenso en el problema, aunque no todavía en las soluciones.

La buena noticia es que, en Chile, este año se avanzó. Hay más de 60 comunas del país con recolección puerta a puerta de plásticos y otros envases y embalajes y —por primera vez— ¡tuvimos una Semana Nacional del Reciclaje liderada por el Pacto Chileno de los Plásticos, junto a Fundación Chile, el Ministerio de Medio Ambiente y los dos GRANSIC de recolección domiciliaria Giro y ReSimple! Algo inimaginable hace un par de años y que seguirá creciendo en los que vienen.

Además, se desarrolló la consulta pública de actualización del Reglamento Sanitario de los Alimentos. Un instrumento clave para habilitar la demanda y hacer explícita la posibilidad de usar materiales reciclados en contacto con alimentos.

Por último, aparecen certezas: la implementación de la última etapa de la Ley de Plásticos de Un Solo Uso es inminente y — aunque su ambición fue limitada —  es un paso más para avanzar hacia la economía circular del material.

Ahora, no hay que desconocer las brechas: las bajas tasas de reciclaje se mantienen, el mercado todavía no valora lo suficiente el uso de material reciclado y la ciudadanía aún no se involucra activamente, en tanto el reúso no ha logrado asentarse como práctica de consumo. Asimismo, este fue un año complejo para la sustentabilidad: hubo empresas que recortaron significativamente el presupuesto del área, otras que cerraron y varias que simplemente optaron por alejarse. Lo hemos visto y vivido en el Pacto Chileno de los Plásticos, donde —sin embargo— hemos decidido mantener la ambición.

De todo lo anterior, hay algo innegable: no nos encontramos en el mismo punto. En ese sentido, puede haber un déjà vu en los desafíos, pero quedará en nosotros —Estado, empresas, academia y sociedad civil— si repetimos los resultados y los errores o generamos un cambio. La contaminación por plásticos no es solo un problema ambiental, es un desafío social y económico urgente, cuyas soluciones dependen de todos los actores. Frente a ello, quedamos a la expectativa de las decisiones que se tomen en el nuevo gobierno. 

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