Sernageomin busca desentrañar secretos de volcanes submarinos de la placa de Nazca

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El Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), con financiamiento aportado por Conicyt, está desarrollando una investigación de frontera mediante la cual busca contribuir a la comprensión de los procesos geológicos que condicionan el volcanismo al interior de la placa tectónica Nazca, mar adentro en el Pacífico Suroriental. Lo anterior tanto en relación con su expresión submarina como aquella asociada con la evolución de las islas oceánicas. La institución informó que a través del proyecto ‘Volcanes Submarinos y Procesos Tectónicos en la Placa de Nazca’, complementario del proyecto Fondecyt en curso titulado ‘Volcanism on the Nazca Plate: Plume Plate Tectonic Processes’, busca reducir el vacío de conocimiento sobre una zona -alejada de la costa- que ha permanecido hasta ahora escasamente explorada, sin estudios de detalle sobre morfología, génesis y evolución de los sistemas volcánicos.

Entre el 20 de noviembre y el 13 de diciembre de 2015 se realizó un crucero oceanográfico en el buque AG61 Cabo de Hornos, entre las regiones de Valparaíso y Tarapacá, con el objetivo de mapear detalladamente el fondo marino mediante ecosondas multihaz de alta resolución y perfiladores de subfondo, además de la toma de muestras geológicas de uno de los volcanes. Para dimensionar el valor de los datos recabados, cabe señalar que a nivel global apenas el 10% del fondo oceánico ha sido cartografiado con esta tecnología y se estima que existe una enorme cantidad de volcanes submarinos, particularmente aquellos de altura inferior a 1000 metros, no reconocidos hasta ahora.

El director nacional del Sernageomin, Rodrigo Álvarez, explicó que la institución está a cargo de la Red Nacional de Vigilancia Volcánica, que monitorea más de 40 volcanes activos en Chile continental, y enfatizó que los volcanes de la placa de Nazca “no revisten peligro porque están muy lejos del litoral, mar adentro, puesto que en Chile no hay volcanes en la costa hasta Puerto Montt. Asimismo, los volcanes submarinos de la placa de Nazca permanecen hasta ahora sin evidencia de actividad en tiempos de la historia humana, y en general aquellos más cercanos al continente se extinguieron antes y son más antiguos”.

Se indicó también que “en la placa de Nazca hay centenas de volcanes submarinos por descubrir, de los cuales los más importantes para Chile son los montes a la misma latitud de la ciudad de Iquique, por su posible relación con las islas San Félix, San Ambrosio, y los volcanes cercanos a las islas de Pascua, Salas y Gómez y las del archipiélago de Juan Fernández.

Lo normal versus lo excepcional

Aunque por primera vez se cartografió también otros montes submarinos, uno de los focos de la investigación es el monte O’Higgins, actualmente inactivo, situado unos 200 km al oeste del litoral de Valparaíso, con su cumbre a 360 metros de profundidad en el océano y con su base a alrededor de 3.000 metros bajo el nivel del mar. Se trata de un edificio volcánico de tamaño similar a los volcanes continentales, cuya construcción habría comenzado hace 9 millones de años. “Los volcanes de este tipo difícilmente permanecen activos por más de 2 millones de años, pero en este caso un hallazgo importante es la evidencia de formas volcánicas de aspecto mucho más fresco, que sugieren actividad volcánica posterior a la fase de construcción principal. Esto implica necesariamente un proceso diferente al que habría formado la dorsal de Juan Fernández. He ahí la primera gran interrogante”, señala el volcanólogo del Sernageomin, Luis Lara.

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Esta ‘rastra geológica’, suerte de pala dentada con una bolsa metálica que ataron a un cable de acero, permitió raspar la superficie y obtener muestras rocosa del monte O’Higgins.

Una de las hipótesis más aceptadas por la comunidad científica internacional para explicar la presencia de cadenas volcánicas de este tipo es la existencia de ‘plumas mantélicas estacionarias’, nombre técnico con el cual se conocen a los puntos donde se originan estas emisiones de magma entre el manto y el núcleo del planeta (a unos 2.900 km de profundidad). Al actuar bajo un placa oceánica móvil (la de Nazca) generan una cadena de montes submarinos o islas cuyas edades son más antiguas al alejarse de esas plumas fijas.

En el caso de la dorsal de Juan Fernández, esta hipótesis parece plausible porque el monte O’Higgins es más antiguo que la isla Robinson Crusoe, y ésta a su vez es más añosa que la isla Alejandro Selkirk. O sea, a mayor cercanía de la costa, mayor antigüedad, en el mismo sentido en que se desplaza la placa Nazca hacia el continente sudamericano.

Sin embargo, señala Luis Lara, “tal como hemos reconocido en la isla Robinson Crusoe y pareciera ocurrir en el monte O’Higgins, es posible la existencia de episodios volcánicos mucho más recientes, posteriores incluso a la etapa de erosión de los montes o islas, y por lo tanto independientes de la actividad de la pluma estacionaria”.

¿Por qué el volcán habría tenido actividad eruptiva posterior? Ante ello, se conjetura que el rol de los procesos tectónicos de la placa de Nazca sería la clave para despejar esta interrogante, que forma parte de uno de los debates más activos en la comunidad científica especializada. Y por eso las muestras obtenidas en el crucero son tan valiosas: tanto su composición química como edad deberían ayudar a desentrañar el origen de los magmas y por lo tanto el proceso involucrado. Los análisis de diferente tipo apuntan fundamentalmente a inferir los procesos petrogenéticos (origen del magma y su posterior evolución) y la edad de las erupciones.

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