Seamos claros. No hay forma de detener el cambio climático sino a través de un cambio de paradigma con la modificación profunda de nuestro sistema productivo, incorporación de tecnologías limpias y hábitos de consumo. Si bien hoy existe un compromiso compartido por gran parte de las naciones y organizaciones internacionales para avanzar en esa línea, la realidad nos muestra a diario que debemos acelerar el paso con sentido de urgencia.
El 24 de octubre conmemoramos el Día del Cambio Climático, y más allá de transmitir pesimismo o un mensaje desesperanzador, quiero destacar avances concretos, y como, decisiones que se tomaron en el pasado, hoy nos permiten vislumbrar un futuro mejor.
No obstante, según datos recientes, la década de 2010 a 2020 ha sido la más calurosa registrada, con una temperatura media mundial 1.1 º C superior a la del período preindustrial. Es crucial destacar entonces que, a pesar de los esfuerzos por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, se proyecta un aumento del 3% para 2030, lo cual sigue siendo absolutamente insuficiente para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París.
En Pacto Global, venimos impulsado a las empresas y organizaciones a integrar prácticas sostenibles en sus operaciones, y en toda la cadena productiva. La inversión en investigación y desarrollo de tecnologías limpias es también un área crítica que puede acelerar la transición hacia una economía sostenible. En términos de abastecimiento de energía, el avance de las renovables es evidente, y Chile ha logrado conformar una matriz de energías renovables no convencionales que alcanzan a más del 40%.
En materia de abastecimiento hídrico hemos visto un importante dinamismo en la emergente industria de la desalación, particularmente para su uso industrial. Por otra parte, y pese a que hemos vivido más de quince años de una mega sequía, Santiago que concentra más de la mitad de la población del país, no ha sufrido racionamientos de suministro como lo vemos en otros países de la región.
Otras realidades nos develan que en el pasado fuimos capaces de definir un camino y lo hicimos a tiempo. En esta nueva conmemoración de un tema tan sensible como el cambio climático, se hace imprescindible retomar esa visión que en el pasado sirvió para sentar bases, trazar un camino y avanzar. Más aún, cuando el cambio climático nos muestra con recurrentes sucesos extremos y desastres naturales, nuestras falencias. Urge dotar de mayor autonomía e inversiones adecuadas que aseguren el suministro eléctrico para no volver a pasar por lo que vivimos el invierno recién pasado. Debemos proyectar con responsabilidad los cada vez más frecuentes episodios de precipitaciones intensas -en cortos lapsos de tiempo-, la construcción de embalses en zonas idóneas y sumar resiliencia. Es necesario avanzar en la administración compartida y colaborativa de las cuencas como en el reúso de las aguas para equilibrar de alguna forma el estrés que vivimos y recuperar los acuíferos a través de la coordinación público-privada.
Si antes supimos hacerlo, nuestro llamado es a que hoy volvamos a levantar la mirada y pensemos en el Chile que queremos construir al 2050. Tenemos la oportunidad de trazar un camino más armónico y resiliente, que brinde bienestar y calidad de vida para todos.