Por Elizabeth Soto, licenciada en Biología Marina de Fundación Terram.
El viernes 1 de junio en la primera cuenta pública de su segundo mandato, Sebastián Piñera, entre los acotados pronunciamientos sobre materias ambientales, mencionó la aprobación del Proyecto de Ley que prohíbe el uso de bolsas plásticas en todo el territorio nacional.
Esta es, sin lugar a dudas, una muy buena noticia, sin embargo, se podría haber llevado a cabo un análisis un poco más acabado de la normativa en su tramitación, especialmente en cómo se financiará la fiscalización por parte de las municipalidades y los programas de educación ambiental dirigidos a la ciudadanía por parte del Ministerio de Medio Ambiente, pues no sabemos si esta nueva normativa contará con financiamiento suficiente para hacerla operativa.
Las bolsas de plástico son una muy pequeña parte de un dantesco universo de plástico que cubre absolutamente todos los aspectos de nuestra vida moderna. Sólo a modo de ejemplo, bastaría con acercarse al “Patio de Comidas” de cualquier centro comercial y veremos como vasos, bombillas, platos y cubiertos son utilizados por miles de personas a diario durante no más de 30 minutos para luego estar en el planeta por hasta 1000 años.
Es por esto que la solución a contaminación producida por el plástico no se resuelve con una ley que prohíbe el uso de un tipo específico de utensilio de plástico, se resuelve con una política de Estado que vea la problemática en su real dimensión, y que al mismo tiempo que prohíbe plásticos de un solo uso, que eduque a la población para reducir la cantidad de basura que genera por el uso de este tipo de material, que establezca programas nacionales de reciclaje de plástico, e incluso más allá, tome un papel protagónico en materia internacional para reducir el uso de plástico a nivel mundial.
El plástico es un problema global, lo vemos especialmente en los países extremadamente pobres y en los no tanto, ya que no existen los recursos para “hacerse cargo del problema de la basura” y terminan siendo una de las principales fuentes de plástico que llegan al océano, que posteriormente las corrientes marinas juntan y transforman en las llamadas “Islas de Basura”.
El plancton, por ejemplo, que son pequeños organismos que están en la base de la cadena trófica en el océano, están alimentándose de plástico en este momento, mientras usted lee estas líneas, y posteriormente ese plástico llegará a todo tipo de especies de moluscos, aves, tortugas, peces, y cetáceos. Uno podrá pensar “no debo comer pescados y mariscos” y estaré bien, pero lamentablemente no es así, el plástico ya se encuentra en el ciclo del agua, y se han encontrado microplásticos en el agua de la llave, el agua potable.
Nuestro planeta no puede soportar más esta economía de lo desechable, donde no existe conciencia sobre el uso que damos a las cosas y el destino de las mismas una vez que las desechamos. El problema del plástico es responsabilidad de cada uno, la solución también lo es, pero sin duda los gobiernos tienen un rol protagónico y la oportunidad de impulsar cambios importantes en la elaboración e implementación de políticas públicas. Reciclar el plástico que ya existe es indispensable pero no suficiente y es ahí donde reducir el consumo de plástico se vuelve clave.
Es de esperar que no demoren en llegar los “siguientes pasos” que prohíban la utilización de otros tipos de plásticos y que promuevan el reciclaje que ya está presente desincentivando la producción de nuevo plástico. Chile como primer país en prohibir las bolsas plásticas en América tiene la oportunidad de tomar un rol protagónico en la prohibición y reducción de este material y ser un referente mundial en la lucha para terminar con la “era del plástico”.