El Servicio Nacional de Pesca denunció el miércoles 06 de mayo la aparición del cuerpo de una ballena sei atrapada en redes del centro de cultivo salmonero de la empresa Australis Mar. “Tras un cuidado análisis, se determinó que la situación afecta a una ballena sei (balaenoptera borealis) enmallada casi en la totalidad de su cuerpo con cuerdas de diferente longitud. Además, una cadena metálica rodea parte del ejemplar”, describía la publicación.
El hallazgo se localizó en la isla Matilde, a unas 7 horas de navegación desde Aysén, pero no se especificó que dicha isla está inserta en el mar protegido que forma parte de la Reserva Nacional Las Guaitecas. Esto hace más grave aún las condiciones en las que murió el ejemplar, ya que ocurre dentro de un área protegida del Estado destinada a la conservación de los ecosistemas naturales.
Flavia Liberona, directora ejecutiva de la Fundación Terram, integrante del grupo Patagonia Mar y Tierra, recalcó la gravedad de la muerte de la ballena, no sólo por el estado de conservación de la especie, sino que porque “esto ocurre en una reserva nacional donde el Estado chileno ha permitido la instalación de gran cantidad de centros de cultivo de salmones en un área de protección y esto nos pone ante un dilema: el Estado hace esfuerzos para conservar en las áreas de protección o permite el cultivo de salmones en cualquier parte de la costa de la Patagonia”.
El Dr. Rodrigo Hucke-Gaete del Centro Ballena Azul e integrante también del grupo de trabajo, indica que “esta especie hace años ha sufrido duros embates posterior a la moratoria ballenera, particularmente en la Patagonia chilena con la muerte de cientos de individuos en el golfo de Penas en 2015 y en adelante”. Por lo anterior, el científico con más de 20 años de experiencia en la zona, enfatiza que “no se puede permitir otra muerte adicional, porque cada individuo perdido afecta profundamente la capacidad de recuperación de la población de ballenas sei y con esto se hipoteca el importante rol que cumplen en los océanos, como parte de importantes procesos ecológicos y particularmente como sumideros de carbono en el denominado conjunto de soluciones basadas en la naturaleza del carbono azul oceánico”, indica.
La ballena sei, que puede llegar a medir 18 metros, tiene una población estimada de 10 mil ejemplares en el hemisferio sur y está en peligro de extinción. Pueden vivir hasta 70 años y sus principales amenazas son precisamente el enmallamiento en redes, colisiones con embarcaciones y la contaminación acústica.