Durante los años 60’, el movimiento ambientalista tomó mucha fuerza y comenzó a cuestionar las prácticas de negocios que atentaban contra el medio ambiente y las personas, erosionando la confianza entre ciudadanos y corporaciones.
La respuesta del establishment, de la mano de la industria de la publicidad de EE.UU., fue la creación de una contra narrativa corporativa inundada de imágenes y lenguaje asociado al cuidado de la naturaleza. Nació la Eco-pornografía.
Imágenes y mensajes ‘eco-lógicos’ bombardeaban a ciudadanos hace más de medio siglo, influenciando la forma en que percibimos a las corporaciones y a nuestros legisladores, y delimitando las fronteras de nuestra capacidad cognitiva sobre la temática.
En palabras de Jerry Mander, creador del concepto de Eco-pornografía: “Esto ha destruido el concepto de ecología y, probablemente, la comprensión de este mismo”.
Más de 50 años han pasado desde la creación de este concepto de Eco-pornografía y hoy, tal como antes, la publicidad y propaganda corporativa está infestada de mensajes que conducen a la creación de impresiones falsas sobre marcas, empresas, legisladores y gobiernos, que nos manipulan de forma deliberada.
El arte del manejo de la percepción a gran escala, o la famosa propaganda, tiene dos grandes objetivos: dirigir tu atención hacia donde es deseado que atiendas, y no dirigir tu atención hacia donde no es deseado que atiendas.
La Eco-pornografía busca precisamente eso, que nuestra atención esté enfocada en el color kraft, las etiquetas verdes, las palabras “biodegradables” o “ecológico”, en el símbolo del reciclaje y las imágenes de bosques, aguas corriendo, cielo celeste, y sonrisas. Es aquí donde es deseado que enfoquemos nuestra atención.
Tal cual, como la pornografía, le Eco-pornografía distorsiona la percepción del acto que retrata. Lo ‘cosifica’ y lo reduce a elementos aislados, breves y sintéticos.
Para empresas, organizaciones, legisladores y ciudadanos que estamos en sintonía con nuestro planeta y sus especies, y usamos una realidad integrativa como mapa de acción, este abuso Eco-pornográfico es un tremendo obstáculo.
La Eco-pornografía ha erosionado la confianza de las personas provocando apatía y duda.
Sin quererlo, nos terminan por ‘meter en el mismo saco’ a aquellos que nos jugamos la vida para dejar un planeta mejor que como lo hemos recibido.
¿El camino a la solución? La información, el diálogo y las demandas ciudadanas. Personas informadas y empoderados, demandando legislación sobre los mensajes publicitarios engañosos, imponiendo una ética ecológica y ciudadana, son algunas de las formas para cambiar esta distorsión.