Propuestas ambientales de presidenciables: pobres o inexistentes

Los programas de gobierno no incorporan compromisos para dar continuidad a los avances ambientales logrados en las últimas décadas. Ninguna candidatura hace referencias a la implementación del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, a la ley Marco de Cambio Climático o al Acuerdo de Escazú.

El contenido sobre propuestas ambientales de los programas presidenciales es preocupante. A la escasez de propuestas de políticas, programas y acciones para la protección y conservación del medio ambiente, se suman propuestas para reforzar y continuar con la desregulación sectorial y ambiental y priorizar la expansión de industrias extractivas como motor de la economía, sin incluir alternativas de desarrollo que permitan superar la condición de Chile como cantera para extraer recursos naturales para la economía mundial.

Felipe Moreno, encargado de Seguimiento Parlamentario de ChileSustentable

Los programas de gobierno no incorporan compromisos para dar continuidad a los avances ambientales logrados en las últimas décadas. Ninguna candidatura hace referencias a la implementación del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, a la ley Marco de Cambio Climático o al Acuerdo de Escazú.

Existen, en todo caso, algunos pocos elementos destacables en términos ambientales. En el programa de Evelyn Matthei, se observan propuestas que constituyen avances concretos, como la reducción de emisiones, la protección del bosque nativo y la biodiversidad, así como un plan para clausurar y recuperar basurales, y el avance en la protección de glaciares y humedales. Se observan, sin embargo, tensiones intra programáticas que chocan con estos objetivos, como la desregulación en materia institucional y algunas metas de producción sectorial que no podrían alcanzarse en un marco de respeto y protección ambiental, como el aumento de un 50% en la producción de salmones. Junto a ello, se advierte en sus propuestas una contradicción con la posición y votaciones de su sector en el parlamento, como ha ocurrido con la protección de los glaciares.  

Algo similar ocurre con el programa de Franco Parisi, donde se destacan propuestas como la restauración de cuencas, la preocupación por la eficiencia hídrica, y un programa de educación ambiental y climática, propuestas que se contradicen con otras contenidas en su programa, como la liberación de organismos genéticamente modificados en áreas no confinadas, o el desarrollo de carreteras hídricas intercuencas.

Respecto del resto de las candidaturas, se observan, en el mejor de los casos, elementos generales y fragmentados para la protección ambiental, destacando el programa de Harold Mayne-Nicholds, donde se evidencia una preocupación por el tema, pero con pocos elementos programáticos concretos. Llama la atención la pobreza del contenido ambiental en el programa de Jeannette Jara y la ausencia casi total del tema ambiental en el programa de José Antonio Kast. Se observa además un contenido abiertamente regresivo del programa de Johannes Kaiser, centrado en propuestas de desregulación ambiental y sectorial, la anulación del rol y funciones del Estado y ausencia de enfoque sobre el interés público. El programa de Eduardo Artés, por su parte, contiene una lectura general y poco precisa del tema, donde se indica, en todo caso, que la protección ambiental debe subordinarse al desarrollo industrial del país. El programa de Marco Henríquez-Ominami no estaba disponibles al momento de redactarse esta columna.

En síntesis, el panorama sobre las propuestas de relevancia ambiental de las candidaturas presidenciales es preocupante, dado que no presentan un avance real para compatibilizar el desarrollo económico con la protección ambiental y el bienestar de la población. En pleno Siglo 21, más allá de las ideologías, es evidente que el desarrollo del país debe enfrentar la crisis climática e hídrica, la crisis de pérdida de biodiversidad y la crisis de contaminación. En este contexto, las coaliciones partidarias deben hacer el esfuerzo de dar un paso adelante, evitando sesgos excluyentes para priorizar los desafíos a la seguridad humana y ambiental que presenta la destrucción del patrimonio ambiental de Chile y la triple crisis antes mencionada. El bienestar y futuro de la economía, la sociedad y la naturaleza constituyen un mismo objetivo e implican un mismo desafío.

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