El Plan de Gestión Odorante: herramienta para el manejo de riesgos ambientales por impactos de olor

0
3655

Elaborado por TSG Environmental

Así como el ruido, las vibraciones y la luz, el olor es considerado un estresor ambiental. Algunos estudios señalan que los olores pueden afectar al estado psíquico de las personas, influyendo negativamente sobre su estado anímico y provocar estrés.

En Chile han tenido lugar episodios críticos por impactos de olor en comunidades, afectando la calidad de vida de las personas, como los casos de Freirina, Coronel o Montenegro. Para evitar que se repitan este tipo de situaciones y proteger a la población, el Ministerio de Medio Ambiente de Chile anunció el pasado mes de noviembre la elaboración de la primera norma que regulará la emisión de olores para evitar las molestias por impacto permanente.

La normativa entrará en vigor en 2020, establecerá límites de emisión a los planteles porcinos y posteriormente continuará con normas para la industria pesquera, plantas de tratamiento de aguas servidas, plantas de celulosa y sitios de disposición final de residuos.

Evaluación y prevención, claves para minimizar riesgos ambientales

De acuerdo a los acontecimientos pasados y a las nuevas exigencias de la autoridad, uno de los principales objetivos en el manejo de olores para cualquier actividad industrial generadora de olor es prevenir, mitigar y/o controlar las emisiones de olor desde las distintas unidades operacionales, con el fin de minimizar el riesgo de molestia en el entorno.

Desde 2017, el SEA (Servicio de Evaluación Ambiental) exige en su Guía de Prevención y Evaluación de Impactos por Olor, el desarrollo de un Estudio de Impacto Odorante para saber cuál es la situación de emisión de olores de instalaciones existentes o en construcción, a quién está impactando, con qué frecuencia y en qué magnitud, así como determinar qué grado de solución se requiere para reducir la molestia.

Una vez evaluados los impactos generados por emisiones de olor del proyecto o actividad y determinado que uno o más de estos son significativos, el titular debe presentar un EIA (Estudio de Impacto Ambiental) que contenga las medidas de mitigación, reparación o compensación que se hagan cargo de esos impactos significativos. En este contexto, las empresas pueden desarrollar, por iniciativa propia o exigencia de la autoridad, un Plan de Gestión Odorante (PGO), que corresponde a un documento que debe mostrar las Buenas Prácticas Operacionales o Mejores Técnicas Disponibles para ser capaces de prevenir o minimizar los impactos por emisiones de olor.

¿Qué entrega un PGO?

El plan detallará las acciones de control operacional que la empresa realiza habitualmente para prevenir situaciones de riesgo y aquellas que llevará a cabo en momentos de contingencia. Debe cubrir la operación normal y también poder anticipar y manejar eventos anormales, accidentes predecibles e incidentes. Por lo tanto, no debe considerarse como una evaluación de impactos, sino que como una serie de medidas de mitigación y control para el manejo adecuado de riesgos.

Esto se logra conjugando datos entregados por adecuado diagnóstico, no por ello de alto costo, sino que prevalece la definición acertada de puntos críticos en la operación. Una vez identificados, se da curso a la definición de protocolos de operación y planes de contingencia de los procesos y se incluye a las partes interesadas (a nivel interno, comunidad y autoridades), las cuales asumen un rol específico dentro del PGO, y que se detalla a continuación:

  • Compañía: diagnóstico del impacto y asunción de compromisos de Mejores Técnicas Disponibles (como Buenas Prácticas Operacionales y/o tecnologías) para control de la operación que prevengan y minimicen riesgos ambientales por impactos de olor.
  • Autoridad: fiscalizaciones y comunicación directa con la empresa para asegurar el cumplimientos de los planes.
  • Comunidad: participación activa para construir un diálogo y una relación basada en la confianza, en la que empresa y vecinos se sientan mutuamente escuchados. Esto no solo facilitará la resolución de conflictos cuando se produzcan, sino que contribuirá a prevenirlos.

El desarrollo de un PGO permite a la organización cumplir con un rol social y demostrar conciencia e interés en prevenir situaciones de riesgo ambiental hacia su entorno y comunidades. Es una herramienta útil y auto reguladora que no exige demasiados recursos externos ante eventualidades; sino que requiere que el operador siga las instrucciones y enfrente las situaciones, sin riesgo de tener que suspender o detener las actividades normales. Es un plan que se establece y de producirse un evento de olor, se procede a controlar la situación y evitar que se generen quejas.


Predicción de impactos por olor en el proceso de evaluación ambiental
Fuente: Guía de Prevención y Evaluación de Impactos por Olor. Figura 12, página 54

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Ingrese su nombre aquí