[Columna] Del Día del Medio Ambiente, a la esperanza del Año de la Sustentabilidad

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Imagen referencial sobre las consecuencias del cambio climático.

 

Por Iván Franchi-Arzola, ingeniero ambiental de la Universidad de La Frontera y Máster en Planificación Territorial y Gestión Ambiental de la Universidad de Barcelona (@IvanFranchi )

Desde 1972 que cada 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente y el 2015 no fue la excepción. Pero este año también podría ser merecedor de algo más que un día, quizás este 2015 se transforme en el Año de la Sustentabilidad. Como primer paso es de esperar que las negociaciones desemboquen en un acuerdo sin precedentes en París, cuando en diciembre se lleve a cabo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

Iván Franchi
Iván Franchi-Arzola

Pero para que el 2015 sea un año extraordinario en materia de medio ambiente y sustentabilidad queda bastante más tarea que el esperado acuerdo que reemplazaría al protocolo de Kyoto. El año 2015 ha dado luces suficientes de las consecuencias de los seres humanos sobre las características del planeta, que por cierto, no se reduce únicamente al cambio climático.

A comienzos de año un grupo de investigadores de alto nivel mundial, liderados por Will Steffen y Johan Rockström, actualizaron un estudio publicado en el año 2009, concluyendo que existen nueve límites planetarios que condicionan la existencia del planeta como lo conocemos. De estos límites planetarios, además del cambio climático, la diversidad genética de la biósfera, los cambios en el uso del suelo y los ciclos biogeoquímicos de nutrientes (nitrógeno y fósforo), ya han transgredido la barrera segura para la vida del ser humano en la Tierra.

Pero los límites a los que hemos llevado el planeta no son casuales ni menos circunstanciales. El mismo Will Steffen lideró un grupo de investigación en el que se actualizó una publicación del 2004. Allí se analizó la tendencia seguida por una serie de fuerzas motrices de cambio que representan la acción antropogénica sobre el planeta, entre ellas: la población mundial, el crecimiento económico, el uso de energía, el consumo de fertilizantes, el uso de agua, la construcción de represas, el uso de vehículos motorizados, entre otros. La sorpresa fue que todas las variables presentaban un aumento en la tasa de crecimiento a partir de 1950.

Pero hay más. El mismo comportamiento tenían las expresiones de cambio del sistema terrestre. El dióxido de carbono atmosférico, la temperatura terrestre, la acidificación del océano, la capturas de peces, la tala de bosques tropicales, la superficie de suelo intervenido, todos ellos presentan un crecimiento notable iniciado en la segunda mitad del siglo XX. A este fenómeno se le ha llamado la Gran Aceleración.

Lo que queda en evidencia son principalmente dos cosas: primero, que el hombre se ha transformado en una fuerza geológica capaz de cambiar las condiciones de equilibrio del planeta, y segundo, que de mantener el ritmo y la forma de comportamiento de la sociedad que nos ha llevado hasta el punto de superar los límites planetarios, se corre el insoslayable riesgo de no cumplir con los objetivos que éticamente tiene el desarrollo.

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…fuentes de agua para consumo humano totalmente contaminadas…

En otras palabras, las tareas pendientes que la sociedad global posee en diferentes partes de mundo –población sin acceso a servicios de salud primaria, sin posibilidad de acceder a sistemas de educación formal, fuentes de agua para consumo humano totalmente contaminadas, jornadas laborales de 16 horas, sin acceso a luz eléctrica, ingresos inferiores al costo de una ración de alimento diaria, pueblos indígenas totalmente marginados o comunidades sometidas a la dirección de políticos corruptos– no sólo no tendrán solución, sino que las situaciones críticas aumentarán considerablemente.

Consiente de aquello Naciones Unidas ha decidido establecer a nivel global los Objetivos del Desarrollo Sustentable. ¿Qué deberíamos esperar de ello? Deberíamos esperar que definitivamente se supere la definición añeja, manipulada y tergiversada del desarrollo sustentable (equilibrio entre lo social, ambiental y económico) para dar paso a  la comprensión que la sustentabilidad es el desarrollo que persigue la mejora cualitativa de la condición humana, reduciendo el impacto ambiental de nuestras actividades de manera que no sobrepasen los límites naturales; dicho de otra manera, el desarrollo sustentable es el modelo de desarrollo capaz de ofrecer colectivamente alimentos, agua, vivienda, empleo, energía y otros derechos humanos fundamentales, superando las extremas desigualdades sociales, políticas y territoriales, pero de forma que no se alteren los procesos naturales de sustento del sistema terrestre como lo conocemos: un clima estable, suelos fértiles, disponibilidad de agua dulce, calidad del aire sin riesgo para la salud, recuperación de la biodiversidad, entre otros.

¿Qué puede hacer cada uno de nosotros? Comprometerse con que nuestro comportamiento individual y colectivo sea ético y sustentable; pero el principal compromiso que podemos tener es elegir que nuestros representantes  gubernamentales sean también aquellos que se comprometan.

Como se aprecia, existe la posibilidad cierta que este año se transforme también en el Año del Medio Ambiente, y que los próximos 5 de junio, sirva para recordar que el 2015 fue el año, parafraseando a Jose Luis Sampedro, cuando se evitó el naufragio de la nave Tierra. Incluso hasta podríamos cambiar el nombre al festejo y directamente empezar a hablar del Día Mundial de la Sustentabilidad y del Año Mundial de la Sustentabilidad.  Ya está claro que luego de casi medio siglo, la nominación simplista alusiva al medio ambiente, no ha cumplido del todo con su objetivo original.

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