Una sociedad fallida

Somos una sociedad fallida si el propósito del ciudadano es vivir mejor, pero un vivir mejor traducido en consumir bienes y servicios, sin considerar el impacto de sus decisiones en la sociedad y en la naturaleza.

Son muchas las definiciones que tiene la palabra sustentabilidad, pero todas tienen un elemento común, apuntan a alcanzar un mundo más justo social y económicamente, y ecológicamente sano. A los mismos ideales apuntan los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que, al amparo de la ONU, hicieron suyos más de 190 países. Pareciera entonces existir un cierto consenso global en que los objetivos de justicia social y económica y un ambiente ecológicamente sano son el faro al cual la sociedad debe aspirar.

Óscar Mercado, representante Internacional Red Campus Sustentable

La realidad nos muestra que estamos lejísimo de ello. Ejemplos sobran, ecológicamente el cambio climático está desatado, los ecosistemas siguen destruyéndose, y aún como sociedad no logramos implementar acciones concretas y efectivas para detenerlo. En lo social hemos llegado al absurdo humanista de considerar la vida como una mercancía con valor, que se refleja, en su máxima expresión, cada día más frecuentemente al secuestrar a personas solo por obtener dinero, sin consideración alguna de la angustia y sufrimiento que generan esos actos.

También es cierto que económicamente hemos fallado. Esta sociedad no entrega oportunidades para todos. Aun si fuésemos capaces de educar de calidad a todas y todos, no existirían las oportunidades para que cada persona pudiera desarrollar sus talentos. Económicamente somos una sociedad desigual, vergonzosamente desigual, en donde las ansias de acumulación de la élite económica es el norte de la actividad económica y limita el desarrollo de un estado solidario.

Somos una sociedad fallida si el propósito del ciudadano es vivir mejor, pero un vivir mejor traducido en consumir bienes y servicios, sin considerar el impacto de sus decisiones en la sociedad y en la naturaleza. No somos ni solidarios, ni empáticos, ni conocemos a los vecinos, vivimos asustados por la delincuencia, la corrupción a todo nivel crece y crece, todo falla.

La única solución es la educación, pero una educación muy distinta a la que tenemos hoy; lo que se entrega hoy en nuestros establecimientos educacionales dista muchísimo de una educación de calidad que genere en los educandos valores ciudadanos, humanos, solidarios, que los preparen para ser parte de una sociedad que tenga como propósito el bien común.

Se necesita una educación de calidad centrada en el crecimiento de la persona como ciudadano, ciudadano comprometido con el bien de la sociedad, pero estamos tan lejos de ello. Educar de calidad es un proyecto de largo plazo, que requiere un compromiso político de largo plazo, tarea difícil para nuestros políticos que buscan solo aparecer en la prensa para mantener su cuota de poder. Este gran desafío país se ve muy lejano, y en tanto no lo afrontemos seriamente como proyecto país, seguiremos siendo una sociedad fallida.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Ingrese su nombre aquí