Un grupo de científicos de la Universidad de Concepción y Forestal Mininco, de CMPC, vienen desarrollando hace varios meses una ambiciosa investigación para determinar las causas del daño foliar y mortalidad que actualmente afecta a la araucaria.
Esta iniciativa se inserta en los esfuerzos que tanto el sector público, como la academia y la empresa privada, están llevando hace ya casi un año, para determinar las causas del daño que está afectando a la población de araucarias, especie nativa y emblemática de nuestro país.
La alerta que motivó esta cruzada partió hace cinco meses cuando el Gobierno decretó oficialmente que la especie se encuentra en peligro de extinción, luego que un grupo de vecinos del sector Trongol Alto de Curanilahue, en plena cordillera de Nahuelbulta, alertara sobre la llamativa sequedad de hojas y ramas en la parte baja de la copa de estas especies arbóreas. Estos síntomas también se observan en el Área de Alto Valor de Conservación -AAVC- perteneciente a Forestal Mininco, que se ubica en la misma zona, lo que llevó a que la empresa iniciara un inédito proyecto conjunto con la Universidad de Concepción para determinar las razones de este deterioro.
El fenómeno está siendo estudiado por el profesor de la Facultad de Ciencias Forestales y el Centro de Biotecnología de la Universidad de Concepción, Eugenio Sanfuentes (fitopatólogo) y un equipo integrado por Luis Cerda (entomólogo) junto con profesionales y estudiantes del Laboratorio de Patología Forestal de la misma facultad, quienes comenzaron a recolectar las primeras muestras para su posterior análisis en el laboratorio.
Jean Pierre Lasserre, gerente de tecnología silvícola de la Forestal Mininco, dijo que “hasta ahora hemos detectado que esta enfermedad se presenta en árboles de Araucaria de todas las edades, también se presenta bajo diferentes condiciones de suelo y clima en que está presente la especie, incluido Argentina”.
Las muestras, tomadas con una periodicidad mensual, son analizadas por los expertos en el Laboratorio de Patología Forestal. El profesor Eugenio Sanfuentes, explicó que esta primera etapa de investigación busca determinar la presencia de microorganismos, hongos o bacterias, que pudiesen ser los responsables primarios del daño foliar en esta especie; como también los insectos asociados a este daño.
La investigación también contempla analizar antecedentes ambientales de los últimos años, para determinar un posible efecto de factores abióticos deletéreos para la Araucaria, como sería déficit hídrico (sequías prolongadas) y altas temperaturas. Para esto, los especialistas deberán analizar el comportamiento del clima de las zonas donde ha sido detectado el daño durante los últimos 20 a 30 años, con la finalidad de constatar cambios en patrones de temperatura y precipitaciones que permitan inducir que efectivamente existe un grado de relación entre cambio en el clima y aparición de síntomas.
Una hipótesis, y que para Sanfuentes cobraría fuerza, sería una interacción entre factores bióticos y abióticos. “Un ambiente adverso genera una condición de predisposición, que en términos simples debilita los árboles de araucaria y agentes patógenos, como hongos o bacterias, que en condiciones normales provocan escaso daño en los árboles, pasando a provocar un daño mayor. Es decir factores ambientales predisponen a las plantas a una acción de agentes vivos han estado siempre presentes en los bosques de Araucaria”, explica el facultativo.
Precisamente, muestras de estos agentes detectados se enviaron a Corea del Sur para su identificación a nivel de especie, mediante un proceso de secuenciación del ADN de genes seleccionados, resultados que ya comenzaron a ser recibidos y que serán importantes para determinar su rol como patógenos de esta especie.
“Estamos identificando algunos hongos y bacterias asociados con las muestras colectadas en el bosque, pero eso aún no tiene un significado concreto. Ahora hay que probar si esos agentes que se encontraron en las araucarias causan esos síntomas, es decir cultivar estos organismos e inocularlos en plantas sanas de Araucaria para constatar si se reproducen los mismos síntomas que estamos viendo en terreno”, dice Sanfuentes. En términos fitopatológico, aplicar los centenarios “Postulados de Koch” que permiten determinar la patogenicidad de un agente.
Los especialistas coinciden en que se trata de investigaciones de largo aliento, cuyos resultados podrían conocerse no antes de dos años.
Más allá del origen del fenómeno, lo que podría acontecer es que se circunscriba aún más el rango de crecimiento natural de la araucaria a ciertas zonas específicas en donde el problema foliar sea menos severo.
A nivel de estrategias, el profesor Eugenio Sanfuentes explica que “si el origen es un patógeno específico habría que tomar medidas para evitar la proliferación del patógeno a otras áreas libres de la enfermedad o reduciendo su diseminación. Si tiene que ver con cambio climático, entre las medidas posibles de tomar es colectar material genético que sea ambientado para resistir factores ambientales más nocivos para la araucaria, pensando en conservar la especie”.
Como se recordará entre los meses de mayo y junio pasado, CONAF realizó evaluaciones en bosques de Araucaria presentes en zonas cordilleranas de las regiones del Biobío, la Araucanía y Los Ríos. Los análisis cubrieron una extensión de 10.000 hectáreas y establecieron que el 17,9% de árboles está sano, 8,8% con daño leve, un 66,2% con daño medio, 6,3% con daño severo y 0,9% de árboles muertos.
Pese a este escenario adverso, Jean Pierre Lasserre dijo que “aunque el origen del problema sea abiótico, se podría esperar que la Araucaria siendo una especie plástica y muy resistente a condiciones extremas, tenga la capacidad de adaptarse a estas nuevas condiciones”.
Mesa de trabajo público-privada
La amenaza a esta especie milenaria llevó a CONAF a constituir una mesa público privada integrada por expertos de la Universidad de Concepción, Universidad de La Frontera, Universidad Católica, Universidad Mayor y Universidad Austral; además de Forestal Mininco, el SAG y Bioforest, entre otros, para organizar las investigaciones con el objetivo de no repetir estudios y maximizar los recursos destinados por cada organismo.
“La mesa público-privado, es una instancia de coordinación de acciones, intercambio de información y definición de estrategias nacionales. Nuestro trabajo con la UdeC pretende ser un aporte en la identificación de las causas que permitan definir de manera correcta la estrategia para resolver este problema”, sostiene el gerente de tecnología silvícola de Mininco.
Este proyecto de la UdeC, se suma a investigaciones de otras casas de estudios como la realizada por expertos de la Universidad de California Davis sobre “Determinación de posibles agentes causales del daño foliar en Araucaria araucana” y el proyecto que desarrollarán científicos de la Universidad Mayor para determinar los niveles de daño que registran los ejemplares de la araucaria, mediante el uso de imágenes hiperestectrales, donde se utilizarán alrededor de 160 bandas de infrarojo.
Área de Alto Valor de Conservación (AAVC) de Forestal Mininco
Desde el 2005 a la fecha, Mininco ha identificado once Áreas de Alto Valor de Conservación (AAVC) de características biológicas al interior de sus predios entre el Maule y la Araucanía. Se trata de zonas caracterizadas por una significativa biodiversidad en que coexisten especies amenazadas y ecosistemas amenazados.
Cada una de estas áreas cuenta con un plan de conservación y monitoreo sistemático específico de acuerdo al atributo característico de cada área. El 22% del patrimonio de Forestal Mininco, es decir aproximadamente 164.000 ha, corresponde a bosque nativo y zonas de protección, las cuales han sido conservadas y protegidas, labor que implica una fuerte inyección de recursos por parte de la empresa y que reflejan su compromiso con la biodiversidad y conservación del patrimonio nativo chileno.
La superficie de Araucarias en Chile es de algo más de 250.000 hectáreas, ubicadas en la cordillera de Los Andes (entre los 900 y 1.800 msnm) y en la cordillera de Nahuelbuta (entre los 1.000 y 1.400 msnm). De estas, 3.400 hectáreas son protegidas por Forestal Mininco.
“La clave del concepto es manejar estas áreas con la finalidad de mantener o aumentar el valor o atributo que se quiere proteger; en base a ello, se está incorporando como AAVC una población de Araucaria Araucana ubicada en la Cordillera de Nahuelbuta, (el sector de Araucarias “enanas”) así conservar estos individuos a través de un cuidado y monitoreo permanente”, explicó Jean Pierre Lassarre.
Fuente: Corporación Chilena de la Madera