Inestabilidad de los glaciares genera riesgo de aluviones desde Copiapó a Tierra del Fuego

A medida que la temperatura aumenta, disminuye el tamaño de los glaciares, dejando suelo expuesto que puede gatillar desprendimientos. Deshielos hacen colapsar la capacidad de los lagos asociados a ello

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Glaciares.

El aluvión que arrasó con la Villa Santa Lucía, en la Región de Los Lagos, reactivó la inquietud respecto del potencial de riesgo de deslizamientos que existiría en las zonas cordilleranas.

“Mientras haya zonas montañosas inestables y aumenten las precipitaciones y deshielos, esto seguirá ocurriendo”, reconoce Gino Casassa, glaciólogo de la U. de Magallanes y de la consultora Geoestudios.

El investigador forma parte del proyecto chileno-británico Newton-Picarte, que estudia los peligros glaciares de norte a sur en los Andes chilenos y en el que participan investigadores de las universidades Austral, de Magallanes, de Aberystwyth y de Exter.

Hasta ahora han identificado, entre Copiapó y Tierra del Fuego, mil lagos glaciares potencialmente capaces de gatillar un vaciamiento violento y repentino o GLOF (Glacier lake outburst flood), que puede traducirse en un aluvión.

Uno de los candidatos es el glaciar de Cerro Castillo, en la Región de Aysén. “Hay un potencial importante de peligro. Aunque la roca es estable, hace ya varios años que el glaciar ya no llega al lago y cuelga sobre él. Lo que ha ocurrido en otros lados es que parte del hielo se puede desprender sin aviso sobre el lago y generar una ola parecida a un maremoto, que se desplaza aguas abajo”, detalla Casassa.

Desglaciación

A juicio del glaciólogo, lo que pasó en Santa Lucía se puede atribuir, parcialmente, a un fenómeno relacionado con un glaciar cercano, ya que este se encontraba hace más de 20 años separado del lago que alimentaba. Esa masa de agua tiene menos de una hectárea, por lo que difícilmente puede gatillar un GLOF.

Lo ocurrido, en cambio, está más relacionado con una desestabilización del terreno donde quedaban pocos fragmentos del glaciar y que ya había experimentado desprendimientos. “A todas luces, un evento de precipitaciones intensas desestabilizo esa masa y se llevó buena parte de la ladera”.

Algo parecido a lo que tuvo lugar en 1987 con el río Colorado, en el Cajón del Maipo, donde la caída de rocas gatilló un aluvión que acabó con la vida de cerca de 50 personas. “En esencia, no estaba relacionado con un glaciar, pero sí con degradación o derretimiento de permafrost, que es suelo congelado, lo que ocurre en las zonas altoandinas con fenómenos extremos de precipitación”.

Si bien dice que no es posible atribuir directamente el fenómeno ocurrido en la Villa Santa Lucía al cambio climático, “claramente, mientras más temperatura reciba el planeta, habrá más eventos extremos”.

“Tanto aquí como en los Alpes o Himalayas hay un proceso de desglaciación en curso, como consecuencia del aumento de la temperatura, y eso indudablemente deja libre de hielo superficies que de por sí son inestables”, agrega.

Si a eso se suma que por varias decenas de años esas laderas van a estar desprovistas de vegetación, es inevitable que presenten inestabilidad. Para el glaciólogo, este trágico accidente levanta una voz de alerta en cuanto a la necesidad de considerar que Chile es un país afectado por múltiples desastres naturales, y esto tiene que ser tomado en cuenta en la planificación territorial.

Lluvias en el norte

El tema de fondo está relacionado con un asunto legal. “En este país hay mapeos de zonas de riesgo de desastres naturales, pero por mucho que hagamos como técnicos y científicos, si es que la legislación actual no lo considera en los planes de construcción de infraestructura, no vamos a llegar muy lejos”, advierte el glaciólogo.

En otros países, ejemplifica, hay casos de glaciares completos que se han desestabilizado y han avanzado a 100 kilómetros por hora ladera abajo, arrasando con todo a su paso.

Para el glaciólogo del Instituto Antártico Ricardo Jaña, lo ocurrido en Villa Santa Lucía muestra la fragilidad de algunas zonas de la Patagonia. “Es una evidencia más de un tema bastante mortífero”.

Afortunadamente, dice, al menos en Magallanes, los glaciares en su mayoría están lejos de las zonas pobladas, por lo que su impacto es menor en caso de este tipo de deslizamientos.

A Casassa le preocupa el aumento de las precipitaciones en forma de lluvia y no de nieve en el área cordillerana de la zona norte que se ha evidenciado en los últimos años. En especial llama la atención sobre la zona interior de Atacama.

“Allí hay muy pocos glaciares, pero sí existe permafrost o suelo helado que se puede desestabilizar”, advierte.

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