Un análisis de imágenes satelitales realizado por el Laboratorio para el Análisis de la Biósfera (LAB) de la Universidad de Chile ha demostrado un alto nivel de contaminación en las playas de Chiloé. Los científicos detallaron que en la zona existen más de 30 toneladas de contaminación generada por el hombre y que en la actualidad no cuentan con plan de retiro.
«El desafío era trabajar con imágenes satelitales para determinar la cantidad de masa que podía existir en una playa determinada y ahí aparece este proyecto que comenzamos trabajando desde enero pasado hasta el día de hoy, para cuantificar una foto de una playa determinada», explica a Emol el director del LAB, el doctor en física ambiental y termodinámica Cristian Mattar.
El resultado demostró que es posible este análisis e incluso «podemos diferenciar el plumavit de la basura». Para la validación del estudio con las fotografías desde el espacio, los científicos viajaron hasta la isla de Chiloé «con una grilla de satélite, colocamos la grilla en las playas, hicimos más de 300 punto muestreados y pudimos tener diferentes concentraciones de basura en términos de que por un metro cuadrado se está sacando casi un kilo de basura, entre lo que se encuentra cabos, cuerdas, plásticos y obviamente los plumavit», narra Mattar.
«El modelo es capaz de decir qué es basura en la imagen. Lo que no es capaz de decir es qué contiene esa basura, pero sí tiene una superficie determinada de mezclas de una huella antropogénica súper potente» comenta el científico de la Universidad de Chile. «Son mezclas entre ramitas y hojas, pero en su gran mayoría son cuerdas, son cabos, son plásticos, son boyas, son desintegraciones de plumavit, entre otras».
Esta investigación reveló dos problemas que existen dentro de la interpretación de las imágenes. «Nosotros podemos observar sólo la [basura] que está en la superficie y hay muchas cuerdas que sólo muestran 10 centímetros en superficie y hacia dentro de la arena o de las piedras hay un metro de cuerda, esa es imposible detectarla con satélite. Por eso, cuando hacemos la estimación, es una estimación superficial de la basura».
Además, uno de los elementos que más contamina en las playas medidas por los científicos, es el plumavit, utilizado por pescadores en cultivos de choritos, como una alternativa a las boyas de plástico. «El plumavit es mucho más tóxico que la boya [de plástico] porque se desintegra y cuando eso ocurre, limpiar estas micro partículas blancas es complicadísimo. En unas playas, en promedio, la partícula más pequeña que encontramos medía casi 2 milímetros y había millones. Entonces, ¿cómo se limpia eso?», lamenta Mattar.
En la actualidad existen campañas de limpieza lideradas por organismos gubernamentales y ONGs, sin embargo, no es suficiente para mantener las costas libres de residuos antropogénicos marinos, algo que el director del LAB asegura que puede cambiar si se entrega incentivos a la población.
«Antes de que se pagara por las latas de bebida, nadie se encargaba proactivamente de reciclarlas. Ahora existe un modelo de negocios en torno a este producto y la gente las busca. Eso es lo que falta con los residuos que nosotros encontramos», añade el experto.