Por Pamela Poo, coordinadora de política y regulación de Chile Sustentable.
Rachel Carson (1907-1964), fue una científica, ecologista y pionera ambiental, una mujer inspiradora que debiera ser un permanente referente a la hora de mirar la crisis ambiental y ecológica. Se destaca por numerosos aportes entre ellos el ser precursora del movimiento ambiental global, el haber estudiado biología marina en los años 30, cuando la mayoría de las universidades eran solo para los hombres y escribir libros que destacaron la importancia del océano y el medio ambiente a través de su extrema sagacidad.
Su obra más destacada fue “primavera silenciosa” libro publicado en 1962, en donde detalla los nocivos efectos que tienen los pesticidas para los ecosistemas. La crítica a la industria química, la llevo a enfrentarse a los fabricantes de insecticidas, herbicidas y fungicidas, los que de forma vergonzosa y con una táctica que hasta el día de hoy utilizan, pagaron informes a científicos alternativos para echar por tierra lo descubierto.
Primavera silenciosa, es un libro que hace el primer mega llamado de atención al mundo industrial, ante el daño producido por los pesticidas, al haber silenciado insectos, pájaros y diezmado los ecosistemas. El contundente aporte que realizó Carson con este libro, llevo a que se prohibiera el DDT en los años 60 en Estados Unidos, pero no evito, ni hizo que las industrias contaminantes que hoy tienen al mundo en vilo hicieran una mejor gestión.
La debacle que estamos enfrentando a causa de la crisis ambiental y ecológica presente, está haciendo que avancemos fuertemente ya no solo a una primavera silenciosa, sino que, a estaciones completamente silenciosas, este invierno la lluvia prácticamente no fue escuchada y cada vez menos se ven insectos y se escuchan los pájaros, estamos en el punto culmine de una sequía que el país esta enfrentando en la zona norte y centro. Como dice la frase sin agua no hay vida, lo anterior se empieza hacer patente cuando vemos cantidades de animales que están muriendo por la falta de agua, polinizadores diezmados lo que hace que la soberanía alimentaria sea colocada en una tremenda tensión y sistemas de vida de pequeña escala modificados.
Lo que estamos viviendo, no es solo a causa del cambio climático, como muchas autoridades ya quisieran salir a vociferar, es también causa de un modelo depredador, similar a lo que ya se denunciaba en primavera silenciosa, pero extendido a todo el orden del desarrollo que se ha llevado a cabo en nuestro país. Chile es un país que depende en extremo de la extracción de recursos naturales y de la extracción de agua, un modelo que no es sostenible y que muchos quieren preservar mirando hacia el cielo y no querer mirar la realidad, no podemos seguir haciendo lo mismo, porque esa es la firma de nuestra sentencia de muerte.
Si las autoridades no limitan a las industrias, no se legisla al respecto en el orden de escuchar los gritos a esta altura que hace la ciencia, vamos directo al despeñadero, estamos aun a tiempo de iniciar el giro hacia paradigmas que contemplen otras escalas, dejar de derrochar y consumir debiera ser un nuevo mantra, pero esto debe ser en un marco en donde la democracia, las instituciones y sus autoridades, den luces de que están entendiendo el llamado de urgencia y estar a la altura del problema que enfrenta la humanidad.
