Seremi de Salud ampliaría cierre de playas en Atacama por aumento de medusas venenosas

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Nuevos avistamientos en la comuna de Caldera de la peligrosa fragata portuguesa -más conocida como la “falsa medusa” o “medusa azul”-, sumados al primer caso de una persona afectada por su veneno, mantienen a las autoridades de la zona en alerta. De hecho, se baraja la posibilidad de ampliar la prohibición de internarse en el mar con fines recreativos, vigente en 19 playas, hacia otros puntos de la Región de Atacama.

 

“Es una situación que estamos monitoreando, por el momento reforzamos la vigilancia epidemiológica y los protocol os para la atención de personas. Ya tuvimos un primer caso que está fuera de peligro”, informó la seremi de Salud de Atacama, Brunilda González.

 

El peligro de esta especie radica en su veneno, letal en algunos casos. “Puede producir desde un rash dérmico hasta un paro cardiorrespiratorio”, señaló el médico Juan Carlos Ríos, del Centro de Información Toxicológica de la U. Católica (Cituc).

 

Durante el fin de semana, la Seremi de Salud cerró las 19 playas entre Rodelillo, por el norte, y El Morro, por el sur, con el fin de evitar el ingreso de bañistas y así disminuir al máximo cualquier contacto con estas medusas.

 

“Estamos patrullando en la bahía Salada, más al sur de la zona cerrada hasta ahora. Ahí, un mariscador de 20 años confundió una de estas medusas con una máscara de buceo. Fue atendido en la posta y dado de alta, pero seguimos patrullando, porque nos siguen llegando reportes de distintos puntos”, comentó el capitán de Puerto de Caldera, Rodrigo Cabrera.

 

En la municipalidad se trabaja en la prevención. “Tenemos una cuadrilla retirando las medusas varadas y estamos informando a los visitantes que no las toquen ni se metan al mar”, puntualizó la alcaldesa de Caldera, Patricia González.

A diferencia de la típica medusa blanca o transparente que se ve en los veranos, la fragata es de otra familia. Además de su vistoso color azul, se mueve arrastrada por las corrientes. En opinión de Wolfgang Stotz, biólogo marino de la U. Católica del Norte, “lo más probable es que fueron arrastradas hacia la costa por un cambio en los vientos y las corrientes superficiales, tal vez por alguna tormenta. Su hábitat natural está en medio del océano, no cerca de la gente”.

 

Fuente: La Tercera

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