OVDAS del Sernageomin, 20 años monitoreando los volcanes de Chile

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El Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) celebró los 20 años de existencia del Observatorio Volcanológico de los Andes del Sur (OVDAS), unidad desde la cual la institución toma el pulso a la situación de los 45 volcanes activos más peligrosos del país. En la ocasión se dio a conocer que el OVDAS se convirtió en el centro que monitorea más volcanes en el mundo, seguido por los observatorios de Kamchatka en Rusia (36), de Alaska (29) y de Cascades (27) en Estados Unidos, de Java Island en Indonesia (20), y de Tokio en Japón (19), entre otros. En habla hispana, los países que también monitorean volcanes activos son Colombia, Ecuador, Costa Rica y México, aunque en menor cantidad.

Durante la ceremonia en la que se reconoció el aporte de diversos funcionarios gestores y desarrolladores, el director nacional del Sernageomin, Rodrigo Álvarez, dijo que “es destacable el aprendizaje que ha sacado el país a partir de las crisis volcánicas, como la erupción del volcán Lonquimay (1988-1990), que motivó la idea original de los volcanólogos Hugo Moreno y José Antonio Naranjo, y la erupción del volcán Chaitén en 2008, que motivó la decisión gubernamental de financiar la instalación de la actual Red Nacional de Vigilancia Volcánica a partir del año 2009”. La autoridad señaló que “el avance del monitoreo volcánico suele ser la consecuencia de crisis, como por ejemplo las erupciones del monte Santa Helena, en Estados Unidos en 1980, del volcán Nevado de Ruiz, en Colombia en 1985, y del Volcán Chaitén en 2008 en nuestro país. Todos estos casos paradigmáticos tienen en común que motivaron fuertes inversiones estatales para sustentar observatorios volcanológicos capaces de entregar alertas”.

El volcanólogo Luis Lara, jefe de la Red Nacional de Vigilancia Volcánica del Sernageomin e impulsor de esta iniciativa en 2008, dijo a su vez que “la expansión de la red ha sido muy veloz en esta etapa, lo que ha permitido acceder a información relevante sobre el nivel de base de los volcanes más peligrosos del país. El desafío siguiente es consolidar esta infraestructura, mejorar la capacidad de análisis y optimizar nuestra operación de manera desconcentrada en el territorio, lo que se refleja, entre otras cosas, en el número de estaciones y la migración a un sistema de transmisión cada vez más robusto, además del trabajo integrado desde varias regiones. Por eso el esfuerzo está puesto en densificar las redes en los volcanes ya incorporados, e igualmente avanzar en dotar al país de mapas de peligros de última generación, que reduzcan la incertidumbre y faciliten las decisiones durante las crisis, en la planificación urbana y en el diseño de planes de emergencia volcánica”.

Por su parte, el volcanólogo Hugo Moreno, recordó que “esta idea se nos ocurrió en una expedición al volcán Llaima en 1989. La escribimos en una servilleta y después la fuimos elaborando con más elementos. En ese momento estaba en erupción el volcán Lonquimay, y antes de eso, estaba fresco en la memoria colectiva el impacto que causó en Colombia la erupción del volcán Nevado de Ruiz. Indudablemente, cuando planteamos esta idea no teníamos nada, así que hubo que partir de cero. Jamás podría haber imaginado que esa idea se convertiría con el tiempo en un proyecto tan grande”.

 

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