[Opinión] COP-21París: El cambio climático, un problema político para gobiernos audaces

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Por Iván Franchi Arzola. Ingeniero Ambiental e Investigador Predoctoral en Planificación Territorial y Gestión Ambiental de la Universidad de Barcelona. (@IvanFranchi )

El cambio climático es inequívoco. El sistema climático posee una inercia tal que si dejáramos de emitir hoy gases de efecto invernadero, la temperatura del planeta seguiría aumentando hasta alcanzar aproximadamente los 0,6°C respecto a la temperatura actual. El planeta en el que vivirán nuestros hijos, hijas, nietos y nietas, será inevitablemente diferente al que conocieron nuestros padres, con una atmósfera y océanos con mayor temperatura y un aire que superará los 400 ppm de dióxido de carbono. Ese es un escenario global, pero con evidentes consecuencias regionales y locales.

Es precisamente ese el dilema que existe, y ha existido siempre, en la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) y que volverá a repetirse en la vigésimo primera Conferencia de las Partes (COP21). Y para qué irse tan lejos, el mejor ejemplo es el de Chile.

Iván Franchi
Iván Franchi Arzola

Nuestro país se ha comprometido inicialmente con una reducción para 2030 del 30% de las emisiones por unidad de Producto Interno Bruto con respecto al 2007, lo cual podría aumentar a un 35-45% dependiendo de apoyo financiero internacional. Pareciera un objetivo importante, y a escala nacional por cierto que lo es, no obstante sus efectos globales son nimios. Primero, respecto a la magnitud, las emisiones de Chile representan una escasa proporción de las emisiones totales, y segundo, como decisión política, pues si todos los países del orbe tuvieran idéntico compromiso que el nuestro, el calentamiento global podría alcanzar entre los 3°C y 4°C al año 2100, 2°C más que la temperatura promedio que se considera el límite máximo tolerable para nuestras condiciones de vida.

Más preocupante aun es que los compromisos efectuados previamente a la COP21, indican que el ejemplo de Chile se repite; compromisos históricos, pero no suficientes. La meta de un aumento máximo de 2°C para finales de siglo, días antes del Cumbre en París, parece bastante lejana.

La principal razón del por qué de la ausencia de acuerdos globales coherentes y eficientes con las recomendaciones científicas, no es otra que el modelo económico y social que utiliza el crecimiento económico como principal indicador de los niveles de desarrollo. En Chile no nos eximimos de aquello. Este paradigma para el que ya existen evidencias concretas de su fracaso es tanto la causa del actual estado del sistema socioecológico global —el cambio climático, su mejor ejemplo—, como también la causa de la falta de decisiones contundentes para abordarlo de manera eficiente. El que pareciera un camino sin salida, se explica, pues los países de economías más pequeñas consideran que los objetivos ambientales a nivel mundial propuestos por las grandes potencias económicas pondrían en riesgos los procesos de reducción de la pobreza y mayor equidad social. Mientras que las potencias mundiales suponen que aumentar sus compromisos globales les exige renunciar a parte de la riqueza material que poseen hoy.

Chile, con una economía marginal a nivel global pero importante en el marco regional, y considerando sus compromisos frente a la COP21, pareciera quedar en el limbo de ambas posiciones mayoritarias. La base del modelo económico sobre el que se sustenta el país lo hace retroceder de posiciones ambiciosas en la reducción de emisiones, pues ello pone en riesgo la base misma del crecimiento económico. En efecto, la propuesta de Chile de reducir un 30% de sus emisiones por unidad de PIB al 2030, significa que triplicará la cantidad de CO2 eq que emitía en 1990 y estará próximo a doblar las emisiones respecto del 2010. La lógica del modelo económico chileno choca contra la lucha del cambio climático.

Como se ve, el cambio climático es un problema económico y político, con consecuencias ambientales. No al revés. Establecer un acuerdo global para evitar superar los 2°C de aumento de la temperatura planetaria es una decisión política. Que una economía como la chilena reduzca sus emisiones en un 30, 40 o 50% también lo es.  Por eso es que aunque haya pacto global frente al cambio climático, este no resolverá en lo absoluto el problema.

Si la COP21 quiere ser medianamente exitosa debe abrirse al mundo, debe predicar transparencia de posiciones, pero también transparencia del estado del sistema climático global, para que ciudadanos podamos exigir a nuestros gobiernos, en consideración de la realidad local, la toma de decisiones audaces y anticipadas. La herencia de un planeta sustentable a nuestros hijos y nietos depende de nuestras decisiones hoy; la primera de ellas, la de mejores gobiernos. Gobiernos capaces de resolver de manera coordinada problemas globales, gobiernos inteligentes para hacerlo en consideración de las propias realidades locales.

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