Nuestro norte debiese ser el sur…

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Coyhaique.

Aunque es archiconocido, para un santiaguino no deja de ser sorprendente la tranquilidad sepulcral con la que funciona la gente en el sur. A un citadino acostumbrado a moverse a 100 kilómetros por hora, una pausa, aunque esté de vacaciones, pareciera chocarle. Seguramente pensará en las terribles consecuencias que podría provocar el cierre de las farmacias a la hora de almuerzo.

Para qué hablar del clima sureño. Frío por la mañana, calor al mediodía, lluvia después de almuerzo, viento pero con agradable temperatura a la once, y frío nuevamente al anochecer. ¡Ni en su adolescencia vivió tantos cambios!

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36 de las 44 comunas que han regulado el uso de bolsas plásticas se encuentran al sur de Santiago.

Chocante también debe ser ir al supermercado, hacer una interminable fila y que tras pagar a la cajera note que el empaquetador no realizó su labor. ¿Por qué? Porque el santiaguino olvidó, o sencillamente desconoce que en esta comuna, desde hace un tiempo y a través de una ordenanza municipal, se restringió la entrega de bolsas plásticas en el comercio. ¡Pero qué desagrado! ¡¿En qué se llevará las cosas ahora?! ¿En las manos? Ni pensarlo. Compró todos los víveres de la semana para justamente no volver al supermercado. ¡Es que está de vacaciones! Entonces, y como en un viaje a través del tiempo, no queda más opción que recurrir a la caja de cartón para llevar los productos. ¡Pero qué retrogrado!, piensa.

El malestar del santiaguino continua cuando visita aquel parque nacional…La Conaf decretó alerta por riesgo de incendio forestal, por lo que no podrá encender, en ningún lugar, su preciado pucho de las mañanas, el de después de almuerzo y el que va acompañado del copetito de la noche. ¡¿En qué vacaciones no se puede disfrutar de los placeres de la vida?!, se pregunta.

A su vez, le parece irrisorio el hecho de que no haya basureros cada 100 metros, como sucede en cualquier playa del litoral. La sola idea de guardar la cascara del plátano en la mochila le genera nauseas.

Seguramente para aquel individuo estas vacaciones fueron un desastre. Para el próximo año volverá a la quinta región, donde las cosas funcionan más parecidas a Santiago, más normales… ¿pero es tan así?, ¿es normal aquello?

Cabe recordar que hasta hace unos años era normal fumar dentro de un recinto público cerrado, normal la frase “curado manejo mejor”, normal el uso de ampolletas incandescentes y normal que las empresas se desentendieran de los residuos que fabrican (bueno esto último sigue siendo normal hasta que no se consolide la Ley de Fomento al Reciclaje y Responsabilidad Extendida del Productor).

En ese sentido, lo verdaderamente normal sería destacar que el sur del país está sacando la cara por el país en protección del medio ambiente. Que comunas como Pucón, Puerto Varas, Coihaique y Punta Arenas, por solo nombrar algunas, se han enfrentado, con una visión política de largo aliento, a comerciantes y han educado a su población con el fin de resguardar los ecosistemas que poseen, potenciando el turismo. Esas restricciones que espantaron a aquel santiaguino, turistas europeos las agradecieron. La comodidad de una bolsa plástica, disfrutar de un cigarro en un parque o una pila de tachos de basura no es para nada primermundista. Por eso, nuestro norte, en materia ambiental y en muchos otros tópicos de la vida cotidiana, debiese ser el sur.

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