Manuel Ordenes, consultor de Procesos Industriales de Aqualogy, explica que si bien existen esfuerzos históricos por regular las emisiones de la industria, no es sino hasta comienzos de este siglo que las empresas dan un valor distinto al factor ambiental. “Hoy no se considera solo el nivel de ingresos de una empresa, sino también la inversión que hace para reducir sus impactos. Los sistemas de producción no son perfectos y la comunidad reacciona de manera cada vez más temprana, por lo que es necesario conciliar estos intereses a través de sistemas eficientes de tratamiento que aseguren un mínimo impacto sobre el ambiente”.
¿Cómo ha repercutido en este proceso las recientes modificaciones institucionales de creación de una Superintendencia del Medio Ambiente y Tribunales Ambientales?
Ha habido cambios en la industria. Desde el año pasado se han acercado a Aqualogy muchas empresas que necesitan actualizar sus aprobaciones ambientales, ajustar equipos y procesos a las exigencias de la autoridad. La normativa más estricta y las fiscalizaciones cada vez más dirigidas han obligado también a modificar o instalar nuevos sistemas de tratamiento.
Con esta estructura más exigente las empresas han reconocido que necesitan recurrir a especialista que les entreguen un servicio que les permita continuidad de la operación, buenas relaciones con su entorno y no tener que pagar multas ambientales, que cada vez son mayores.
Hay un fenómeno que también hemos comprobado el último tiempo: son cada vez más las empresas que contratan el proceso completo, desde el diseño del sistema hasta los análisis periódicos y la operación de la planta. Como grupo hemos logrado dar respuesta a estos requerimientos y como Aqualogy hacemos el diseño de acuerdo a las características del ril. Las otras empresas del grupo, Anam y Ecoriles, se encarga de los análisis y de la operación, por lo que tenemos las capacidades para dar un servicio integral.
Los procesos de producción son dinámicos, ¿cómo se puede estar preparado para que situaciones puntuales no lleven a fallas del sistema o incumplimientos de las normas de emisión de riles?
La idea es estar preparado para las anomalías. Lo que hacemos cuando se tienen procesos productivos que, por sus características, generan continuas sobrecargas o presentan riles muy fluctuantes en cuanto a su carga, es incorporar al sistema una etapa de pretratamiento, un estanque ecualizador que acumula los riles y permite regular la entrada al sistema de tratamiento. Si por un error o condición de la producción se excede el valor de un parámetro comprometido, en la mezcla y permanencia que se hace en el ecualizador se puede controlar la condición de salida sin que afecte el resto del proceso. Este sistema tiene la virtud que la planta opera con un ril de características similares a lo largo del proceso, lo que simplifica su operación.
La incorporación de este pretratamiento es apto en general para grandes volúmenes. Para las empresas medianas lo que estamos haciendo en muchos casos es revisar el sistema productivo y luego entregar recomendaciones. De esta manera, en situaciones particulares hemos podido bajar a la mitad los riles generados y por lo tanto recomendamos una planta de tratamiento acorde a estos menores flujos.
¿Qué pasa con las empresas pequeñas?
Para las empresas pequeñas cumplir con la norma de emisión puede significar una inversión proporcionalmente más alta que para una grande, lo que puede redundar es un desequilibrio comercial. En Europa las empresas pequeñas, como algunas lecheras, están trabajando en forma cooperativa sus emisiones, lo que permite a los proveedores ofrecer plantas con mejores condiciones tecnológicas y económicas, pero en Chile estamos 20 años atrasados en esta materia.
Gran parte de los riles, principalmente de la agroindustria, contienen una alta carga orgánica, ¿qué sistemas de tratamiento se están utilizando en estos casos?
Hasta hace un tiempo se trabajaba bastante con sistemas de lodos activados, un proceso aerobio que tiene la virtud, cuando es bien manejado, de no producir olores molestos. Sin embargo, esta opción no siempre es viable por una parte por los costos de operación y por otra, por la disponibilidad de espacio, que es cada vez más determinante, especialmente en las grandes ciudades, lo que también puede determinar el sistema de tratamiento que se elige. En estos casos, aunque tiene un costo mayor, recurrimos a los MBR, reactores biológicos de membranas, una solución compacta que en un décimo de espacio alcanza niveles de eficiencia similares a los lodos activados y últimamente hemos construido varios filtros percoladores. En todo caso, las soluciones no son estándares y pasan necesariamente por conocer el sistema de producción y las características de los riles.
Se ha buscado, principalmente a través de la recuperación de energía, que lo sistemas de tratamiento no impliquen solo un costo. ¿En qué situación se encuentran estos procesos?
Efectivamente hay tratamientos anaerobios que permiten producir energía, con lo que se puede recuperar la inversión de la planta o incluso generar un flujo de caja. Sin embargo, estos reactores demandan mayor inversión, principalmente en obras civiles, y hay que asegurarse que operen según el diseño. En un comienzo a Chile se trajeron reactores con tecnologías anerobias que fracasaron porque no estaban dadas las condiciones de temperatura ambiental, especialmente en el sur del país. Hoy en Europa se está trabajando en el perfeccionamiento de los sistemas anaerobios de lecho expandido y biomasa en suspensión (EGSB), que permiten operar a menores temperaturas y mayores flujos.
Los lodos de los sistemas aerobios también tienen un potencial de recuperación, ya sea para la incineración, el compostaje o la alimentación animal. Incluso en plantas de tratamiento de riles existen casos exitosos de recuperación de grasas y posterior elaboración de biodiesel.
¿Existen alguna industria cuyos riles sean complejos de tratar?
No hay excusas de capacidad tecnológica, por lo que todos los riles se pueden tratar para cumplir las normas de descarga, lo que puede variar son los costos. En este sentido las normas fueron bien diseñadas y no plantearon exigencias imposibles.
El marco legal al parecer está completo con las normas de descarga y los compromisos del proceso de evaluación ambiental de los proyectos, ¿qué viene ahora como desafío para la industria?
Como siempre, las normas son posibles de perfeccionar y así se hace en forma periódica. Se puede avanzar en una fiscalización más regular, de manera que los problemas puedan ser detectados en forma temprana. En todo caso con lo que hoy tenemos se ha establecido una buena base, sólida, y las empresas han sabido responder a estas mayores exigencias y por lo tanto han logrado producir un menor impacto sobre el ambiente.
Contacto: Manuel Ordenes Magaña
Diseño, Consultoría y Procesos Industriales Aqualogy Medio Ambiente Chile S.A.
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