Contaminación del agua en Flint (Estados Unidos), un problema de derechos humanos

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El agua contaminada en la localidad de Flint, Michigan, y los daños que ésta supone para la salud, especialmente de las comunidades más vulnerables de Estados Unidos, es un asunto de derechos humanos.

Así lo aseveró hoy un grupo de expertos de la ONU, que conminó al gobierno y a los candidatos presidenciales en ese país a proteger los derechos de los niños y otras personas especialmente sensibles a la polución y las sustancias tóxicas en el agua.

En un comunicado conjunto, los relatores especiales sobre desechos peligrosos, salud, agua y saneamiento, pueblos indígenas, minorías y racismo se refirieron a la reciente indignación pública desatada por el agua contaminada con plomo en Flint, que afecta en particular a los grupos minoritarios y pobres de Estados Unidos: afroamericanos e indios americanos.

“El envenenamiento con plomo es prevenible. Ningún padre debería tener que enfrentar el tormento mental que asola a los padres en Flint, y ningún niño debería carecer del derecho a gozar los más altos estándares de salud física y mental”, subrayaron.

Detallaron que la exposición a químicos tóxicos afecta el derecho al agua potable, a una alimentación sana y a la salud, entre otros. Los expertos agregaron que los niveles desproporcionados de exposición de ciertas comunidades invocan discriminación y desigualdad; recordaron que el 57% de la población en Flint es afroamericana y que el 42% de los residentes de la ciudad vive por debajo de la línea de pobreza.

Los relatores acogieron con beneplácito la declaración de estado de emergencia en Flint hecha por el presidente Barack Obama para acelerar la distribución de agua potable. “Sin embargo, se debe hacer mucho más para proteger a quienes viven en situación vulnerable y para restaurar el suministro permanente de agua limpia”, puntualizaron.

 

Qué pasó en Flint
Flint estaba conectado al sistema de agua de Detroit, la ciudad más importante del estado de Michigan. En abril de 2014, el entonces alcalde, Dayne Walling, desconectó al pueblo del agua de Detroit y eligió al río Flint como nueva fuente de suministro.

Sean Kemmar, funcionario de la administración de Flint, explicó que la composición del agua de este río es más corrosiva, lo que provocó que se desprendiera plomo de las tuberías del pueblo, el cual se integró a la corriente de agua y comenzó a envenenar a quienes la tomaban día a día, unas 30 mil personas.

 

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