Incendios forestales: ¿aprendimos la lección?

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Por Rodrigo Catalán, director de Conservación de WWF Chile.


 

Rodrigo Catalán

Pronto se cumplirá un año de los devastadores incendios forestales que consumieron cerca de 500 mil hectáreas entre las regiones de O´Higgins y Biobío.

Esta tragedia ambiental, social y económica hizo patente la vulnerabilidad de Chile ante los fenómenos extremos que provoca y seguirá provocando el cambio climático. Sin embargo, también abrió una oportunidad para repensar la manera en que los bosques, las plantaciones forestales y las comunidades han interactuado desde que se implantó el actual modelo forestal.

Ya entrando nuevamente al verano, es válido preguntarse cómo esa oportunidad fue o no aprovechada. Existieron ciertas acciones concretas del Gobierno, tales como el envío al Congreso del proyecto de Ley que crea el Servicio Nacional Forestal y la presentación de la Estrategia para el Fortalecimiento de la Gestión de Incendios Forestales, vinculada al sistema de protección civil. El Servicio Nacional Forestal es algo anhelado por diversos actores del sector, entre ellos ONGs como WWF Chile. Este servicio contaría con más facultades que las que actualmente dispone Conaf, tanto en temas  de prevención y combate de incendios como en el desarrollo de planes de restauración ecológica e iniciativas de fomento e innovación.

Lamentablemente, pareciera ser que el Servicio Nacional Forestal no será aprobado en este periodo, lo que contradice la voluntad de urgencia y el consenso existente en relación a su impotancia para prevenir, combatir y mitigar los impactos del fuego. Además de lo anterior, esto implicaría un retraso en un punto clave, necesario para recuperar la integridad de los ecosistemas y robustecer la resiliencia de los paisajes afectados por los incendios: la restauración ecológica.

En este contexto, en noviembre recién pasado, la plataforma internacional de WWF Nueva Generación de Plantaciones (NGP), realizó una gira de estudios en Chile, con profesionales y expertos del sector forestal para analizar los procesos de restauración y resiliencia de los paisajes post incendios.

Entre sus conclusiones, se enfatiza que el próximo Gobierno tendrá que integrar entre sus prioridades la restauración de las áreas quemadas y una planificación más integral de los paisajes forestales. Para ello, es necesaria una agenda pública con compromisos definidos, financiamiento para programas de restauración e idealmente la conformación de una plataforma multiactores.

Además, se ha hecho evidente la necesidad de una coordinación más estrecha entre el Ministerio de Agricultura y el de Medio Ambiente, así como entre el sector privado y la sociedad civil. La planificación a escala de paisaje para aumentar la resiliencia al fuego y otros posibles impactos climáticos debe ser un componente integral de esto. Las empresas, las ONGs y el mundo académico están muy dispuestos a trabajar con el Gobierno en esto, ya que su papel es clave en la coordinación e implementación de la agenda de restauración. Esto, tanto en su aplicación –con temas como asegurar cortafuegos adecuados, áreas mínimas de vegetación nativa y conservación de áreas ribereñas- como en lo relativo a incentivos y subsidios fiscales para fomentar la restauración de vegetación y paisajes de mosaico, es decir, aquellos paisajes que integran múltiples usos, a la vez que protegen la biodiversidad.

Asimismo, los incendios dejaron en claro la necesidad de reconfigurar el paisaje, tarea en la que los privados juegan un rol protagónico. Según lo visto en la gira de NGP, las empresas se han preparado para esta temporada, trabajando con las comunidades en medidas de prevención, como establecer acuerdos sobre cortafuegos y zonas de combustibilidad, donde se poda y limpia el exceso de vegetación.

Sin embargo, aún es necesario proyectar los cambios de fondo, con una nueva planificación territorial y zonificación en mosaicos que desarrollen una nueva infraestructura ecológica en donde la naturaleza pueda coexistir en forma segura con la agricultura, la industria, la silvicultura y los asentamientos humanos.
El paradigma climático ya no es el mismo de décadas atrás, por tanto todos debemos abrirnos a repensar los paisajes e incorporar aspectos como la adaptación al cambio climático en el corazón mismo de la actividad forestal en Chile.

No debemos seguir desaprovechando la oportunidad que la tragedia del verano pasado abrió, porque sabemos que todos –privados, Gobierno y sociedad civil- podemos hacer más para evitar que esto se repita.

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