Futuro energético de Chile: Cuidado con el tecno optimismo

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Por Patricio Segura, presidente de la Corporación para el Desarrollo de Aysén.


Patricio Segura

Parecía un artículo de la histórica revista El Canelo. No, mejor aún, de El Ciudadano, El Desconcierto. Incluso, yendo más allá, de algún boletín de la campaña Patagonia sin Represas.

No, nada de eso. Era una nota editorial de El Mercurio. De este viernes.

Algunas frases:

“El cambio en el sector eléctrico en los últimos años es de tal magnitud que algunos expertos comienzan a considerar viable la posibilidad de que Chile llegue a 2040 con una matriz energética 100% renovable”.

“Hay estudios que muestran los efectos ambientales adversos en las cuenca al usar embalses y estanques para fines hidroeléctricos. En el futuro se podrían imponer restricciones o costos que las hagan menos atractivas para operar en forma complementaria a centrales ERNC”.

En seis párrafos, el así llamado Decano de la prensa nacional se embarcaba en una verdadera apología de las cualidades de Chile para generar energía a partir del sol (el norte), el viento (el centro y sur), sin descartar la geotermia, la biomasa ni las pequeñas centrales hidráulicas.

Ha pasado más de una década desde que a través de esas mismas páginas se intentara sistemáticamente y por todas las vías deslegitimar los argumentos de la causa Patagonia sin Represas. Que las represas eran inocuas porque el agua se devolvía al cauce, casi que las ERNC eran viables solo en laboratorios de la NASA, que quienes nos oponíamos a mega infraestructuras de embalse y tendidos eléctricos en Aysén poco menos queríamos a los chilenos viviendo en cavernas a la luz de las velas.

Sí, estos ejemplos son extremos. Porque extrema también fue la forma en que el principal medio de comunicación del país enfrentó el necesario debate sobre el futuro de Chile en materia energética. Dando tribuna a los expertos, muchos de ellos consultores de las empresas dueñas del interruptor, que bregaban por mantener el satu quo, favorable al vigente, extractivista e irresponsable modelo de desarrollo.

Pero aún así, se va avanzando.

Desde la semana pasada, Aysén cuenta con una Política Energética Regional. Una en la cual participaron majaderamente. Insistentemente. El resultado está a la vista: una propuesta que en su visión plantea como énfasis las energía renovables, la eficiencia, la autogeneración.

A diferencia de se cree, muchos de quienes se involucraron en el movimiento Patagonia sin Represas apuntan aún más allá. Por eso se está ad portas de lanzar una construcción colectiva, denominada Propuesta Ciudadana de Política Energética para Aysén Reserva de Vida: subsidiariedad de lo artificial a través de un modelo de desarrollo menos intensivo en demanda de energía, mayor ahorro y eficiencia; subsidiariedad del mercado mediante el fomento de la autogeneración familiar y comunitaria; mercado con ERNC para satisfacer las necesidades regionales.

Estos ejes estratégicos tienen un sentido profundo. El debate sobre la energía y la electricidad no puede sustentarse exclusivamente en el fomento de las renovables no convencionales, toda vez que si tal decisión se construye sobre la visión rentabilizadora in extremis que se nutre de la codicia (no lo digo yo, ya antes lo dijeron Bachelet y Obama) tendremos eólicas en las playas de Reñaca, geotermia en lugares sagrados de pueblos originarios, paneles fotovoltaicos cubriendo gran parte del desierto de Atacama, agua de mar bombeada por energía solar en el día hasta las alturas de la pampa para ser liberada durante la noche desde embalses artificiales, en una nueva muestra de tecno optimismo y artificialización a escala mayúscula que nos mantiene en el peligroso rumbo cuyo principal ejemplo es el cambio climático.

Si es así, se ha cambiado pero no en términos estructurales. Más aún cuando El Mercurio responsabiliza del auge de las ERNC a “la mayor competencia, los cambios tecnológicos y la consiguiente reducción de precios”. No hay mención alguna a la masiva presión ciudadana ni a una ética de la responsabilidad ambiental que, en la práctica, han obligado al mercado a responder de la forma en que lo ha hecho.

Como dato de contexto, Piñera ya nombró su ministra de Energía. Furibunda defensora del modelo neoliberal desde el think tank UDI Libertad y Desarrollo, Susana Jiménez ha dejado en claro que no cree en las políticas públicas que orienten la toma de decisiones del mercado. En electricidad se le denomina neutralidad tecnológica, donde está vedado al Estado fomentar unos sistemas sobre otros, incluso aunque algunos estén matando personas y ecosistemas.

Se diga lo que se diga, Patagonia sin Represas cambió Chile. Quizás no fue el único factor incidente en la realidad actual, pero sí fue relevante en su estado del arte vigente. Porque lo que hoy la prensa hegemónica reseña lo exigió y vaticinó la ciudadanía hace más de una década. Solo por su constante y decidida acción hoy es posible, de alguna manera, tener este cambio de chip.

Pero con cautela, esta celebración se alza en la convicción de que la tarea aún está inconclusa. Y que, si tomamos conciencia de los profundos cambios requeridos en nuestros modelos de sociedad, probablemente siempre lo estará.

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