La bioeconomía es una red de cadenas de valor interconectadas, que incluyen prácticamente la totalidad de las actividades económicas del siglo XXI. Su propósito es adaptar los procesos económicos a la simbiosis de los ecosistemas biológicos, haciendo referencia al perfecto equilibrio de los recursos disponibles cuando se comparte el mismo hábitat.
El modelo de la bioeconomía garantiza la sostenibilidad futura del planeta y aborda los árboles y su madera, que son de vital importancia para la descarbonización porque producen, atrapan y almacenan CO2, contribuyendo de esta forma a mitigar los gases efecto invernadero.
Austria es uno de los países de Europa que está poniendo en práctica el concepto de la bioeconomía en su territorio, siguiendo las recomendaciones de la Comisión Europea que si antes hablaba de conocimiento, centrado realmente en la investigación, el desarrollo y la innovación, ahora dio paso a la implementación, creando incluso un mecanismo de financiamiento.
Isabella Plimon, directora de Bioeconomía y Tecnologías de Innovación del ministerio de Sostenibilidad de ese país, estuvo en Chile como una de las principales relatoras de la Semana de la Madera, organizada por la Corma, y que terminó ayer domingo. En su exposición, explicó que la competitividad por los recursos no radica en los organismos más fuertes, sino más bien en la colaboración que garantiza la supervivencia de todo el ecosistema. De esta forma, la apuesta es una economía holística a largo plazo que cambia la manera de pensar el futuro, visualizando por ejemplo, biomateriales y textiles a partir de celulosa.
“Para Austria –afirma- el punto principal de partida de la estrategia se basa en nuestros objetivos climáticos y energéticos para 2030, por lo que tenemos leyes de la Unión Europea muy estrictas que debemos cumplir como país. Lo llamamos nuestra misión 2030, donde básicamente tenemos esquemas de cómo estamos tratando de reducir nuestras emisiones de C2, mejorar las energías renovables y mejorar la eficiencia energética. Esta estrategia tiene doce proyectos específicos, diría proyectos faros. Uno de ellos fue la bioeconomía, y para nosotros fue el inicio”.
Cuenta que ahora están analizando las leyes del país, para saber realmente qué podría incentivar el uso de recursos renovables, porque a veces las leyes existentes (ni siquiera intencionalmente) no apoyan estos recursos, sino que está basado principalmente en recursos fósiles establecidos, pero también hay nuevas soluciones.
Un buen ejemplo -dice la experta- es que en Austria se han estado haciendo casas de madera desde hace cientos de años, pero ahora se construyó un rascacielos de madera en Viena, lo que es una evolución en la forma que está desarrollándose la innovación incluso en los sectores establecidos.
Destacando que la silvicultura es una de las fortalezas de su país, recalca que los países que quieran trabajar en esa área, deben considerar qué tipo de recursos, productos e innovaciones ya se pueden construir en su territorio. “Entiendo que son 17 millones de kilómetros cuadrados de madera en Chile, lo que es mucho. Creo que el problema de los recursos naturales, la eficiencia en su uso y la sustentabilidad es algo que todos los sectores deben tratar o tratar de abordar cuando se trata de la bioeconomía. Y especialmente con respecto a los sectores forestales”.
Destaca que Austria tiene leyes muy estrictas sobre el manejo forestal sostenible. “Estaremos muy contentos si podemos discutirlo a nivel internacional, porque si queremos usar eso como un recurso en el futuro, estamos convencidos de que tenemos que asegurarnos de que haya una producción sostenible detrás. Definitivamente creo que el gran reto de la industria es la adaptación al cambio climático”.
