Expedición chilena recolecta especies a más de 5 mil metros y logra récord mundial

Tomaron muestras a una profundidad de 5.157 metros en la fosa de Atacama, ubicada frente a Antofagasta. Se encontraron con una vida rica y diversa que no esperaban hallar.

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«Está confirmado, es un récord mundial», dijo al otro lado del teléfono el investigador del Instituto Milenio de Oceanografía (IMO), Rubén Escribano. Anteayer recaló en Ecuador y su alegría era evidente. «Llamé a colegas en EE.UU. y me dicen que la muestra anterior de mayor profundidad fue en la Fosa de las Marianas y llegó a los 5.100 metros. Nosotros, en la fosa de Atacama llegamos a los 5.157 metros», aclara.

Escribano, junto a otros colegas del IMO, participó en una expedición internacional llamada ERC-Hades a bordo del buque alemán RV SONNE, que zarpó el 28 de febrero. Allí, junto a colegas europeos, japoneses y estadounidenses -la elite de los estudios oceanográficos, según Osvaldo Ulloa, director del IMO- tuvieron la oportunidad de realizar la hazaña. «Había científicos de 15 países y todos celebraron y dieron a conocer en sus blogs lo que habíamos logrado», dice Ulloa.

«Es muy difícil recolectar muestras de plancton y peces bajo los dos mil metros de profundidad. Nosotros adquirimos -con el apoyo de Conicyt- equipos especiales y participamos en esta expedición en un buque que tiene una plataforma que da la posibilidad de instalar una grúa para un equipo pesado y grande como este», cuenta Escribano.

Las buenas condiciones climáticas fueron un aliado para que ese equipo «pesado y grande» -la red Mocness- lograra descender a tal profundidad y tomara muestras. Dicho equipamiento consiste en una multirred compuesta por varios compartimentos que se abren y cierran mediante un mecanismo electroacústico.

Muchos y muy extraños

Y si bien se destaca el récord, la expedición tiene una gran importancia científica, ya que entrega información sobre las formas de vida en lugares extremos con muy bajas temperaturas, ausencia de luz y una presión que supera en 500 veces la que soporta un cuerpo a nivel del mar. Todo eso hace pensar que en esos lugares simplemente no hay vida.

Pero no fue así. «Encontramos muchos organismos, entre ellos peces y crustáceos muy extraños, muchos de los cuales todavía no sabemos muy bien qué son. Casi con certeza vamos a encontrar especies que no han sido descritas ni estudiadas con anterioridad», dice Escribano.

Sin embargo, lo que más le sorprendió al científico fue la gran cantidad de organismos que viven a esas profundidades. «La creencia es que las aguas muy profundas son muy pobres en vida, pero nos encontramos una abundancia de ella y mucha diversidad», dice.

El tema de la alimentación es clave para entender esa gran cantidad. Al haber ausencia de luz no se puede producir alimento a partir de organismos que hagan fotosíntesis. «Lo que creemos es que la riqueza de vida asociada a la corriente de Humboldt, que recorre nuestras costas, provoca que estas aguas profundas reciban restos que decantan al fondo marino», dice Ulloa. «Pero también hay material que se puede estar produciendo a estas profundidades a partir de quimiosíntesis, pero es una producción muy limitada», agrega Escribano.

En enero de este año, el equipo del IMO -esta vez a bordo del barco científico chileno «Cabo de Hornos»- logró llegar al lugar más profundo detectado en la fosa de Atacama, a 8.081 metros. Usaron un lander que se depositó en el fondo y obtuvo muestras de agua y suelo, y midió la salinidad, el oxígeno y la temperatura del lugar. «Allí nos dimos cuenta de que el nivel de oxígeno era más bajo de lo esperado, lo que daba indicios de que la vida podía ser más abundante que, por ejemplo, en la fosa de las Marianas», dice Ulloa.

El hito fue celebrado en Chile. «Por muchos años miramos al cielo, pero hoy podemos decir con propiedad que también podemos poner nuestros ojos en lo más profundo del océano y conocer información relevante para nuestro desarrollo estratégico. En el mar están las respuestas a una serie de interrogantes que hoy tenemos sobre el cambio climático o el futuro de los recursos», dice Mario Hamuy, presidente del Consejo de Conicyt.

Para Escribano, esto nos recuerda los tesoros que tenemos y no valoramos. «La fosa de Atacama es un tesoro tremendo con recursos biológicos y mineros que es de interés científico. Está frente a nosotros y no lo conocemos en absoluto», concluye Escribano.

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