«Cronograma de descarbonización, una decepcionante espera»

Por Gary González, economista de Fundación Terram.

Gary González.

Luego que el Ministerio de Energía no entregara el cronograma de cierre de las centrales a carbón -comprometido para el primer trimestre de 2019-, y el Presidente algo adelantara en la cuenta pública de este sábado, finalmente este martes 4 de junio se dio a conocer el esperado Cronograma de Descarbonización. Lamentablemente, todo este tiempo resultó una decepcionante espera, ya que el cierre de solo ocho unidades en un plazo de cinco años –como anunció el Gobierno-, significará la reducción de casi el 20% del parque generador a carbón actual, dejando la gran interrogante sobre cuáles serán los plazos para el cierre del resto de las centrales y si existe la verdadera voluntad para dar solución al problema socioambiental que ha traído el uso de este hidrocarburo en nuestro país.

Durante el año pasado, el Gobierno acordó con las empresas de la Asociación de Generadoras de Chile el cese de nuevas plantas a carbón en el país y la creación de la Mesa de Descarbonización. Este grupo tuvo como único objetivo analizar una propuesta calendarizada de cese programado y gradual de las centrales a carbón existentes, lo que finalmente quedó a voluntad de las empresas por no existir un plazo tope ni otra condicionante de parte de la cartera. Sin embargo, luego de un retraso de varios meses para la entrega de este cronograma, finalmente se han dado a conocer sus detalles, representando uno de los hitos energéticos más importantes del último tiempo.

El plan de cierre de las centrales, que comenzaría a materializarse durante este año, implicará que casi 1.000 MW de potencia instalada a carbón salgan de la matriz en los primeros cinco años, es decir, serán solo ocho de las 28 termoeléctricas que saldrán del sistema, esperando descarbonizar completamente la matriz al 2040. Este plazo llama poderosamente la atención, ya que el Informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publicado en 2018, menciona que solo tenemos 12 años para impedir los efectos más graves del Cambio Climático, reducir las emisiones globales de Gases de Efecto Invernadero (GEI) a la mitad y, específicamente, el consumo total de carbón en al menos dos tercios al 2030. Al considerar que ocho unidades representan solo el 20% del parque generador a carbón actual, estaremos lejos de los dos tercios que el planeta necesita reducir como mínimo ante la urgencia climática, por lo que el cronograma no se hará cargo de los desafíos propuestos internacionalmente, ni tampoco de los anuncios del Presidente de la República y la ministra de Medio Ambiente que se han comprometido a ir por más ambición en la reducción de emisiones.

Ahora, si bien parecía existir consenso tanto del sector privado como del público sobre cuáles iban a ser las primeras centrales que pasarían a retiro –que obviamente serían las más antiguas del sistema, por sus altos niveles contaminantes-, se esperaba que fuesen plazos más cortos, en lugar de esperar, por ejemplo, hasta el 2022 para ver cambios en Quintero y Puchuncaví, una de las zonas que tiene más urgencia ambiental.

De todas maneras, tendremos que observar con cuidado que este cronograma no se convierta en una permanente pantalla comunicacional para el Gobierno, como ya ocurrió el año pasado con Engie, empresa de capitales franceses que mientras anunciaba el cierre de dos termoeléctricas a carbón que ya cumplieron casi 60 años (unidades 12 y 13 de Tocopilla) y tienen 170 MW de potencia instalada en conjunto, comenzaba con las pruebas de la nueva y más grande central termoeléctrica a carbón llamada “Infraestructura Energética Mejillones”, que tiene 375 MW de potencia instalada y que acaba de ser inaugurada hace dos semanas atrás. Esto, además de ser una jugada favorable para la empresa, solo habla de la inconsecuencia de nuestro país, pues en el mismo año que albergará la vigesimoquinta Conferencia de las Partes (COP25) para el Cambio Climático, habrá inaugurado una nueva central a carbón justo cuando las urgencias planetarias van en el sentido contrario.

Desde Fundación Terram esperábamos que este Día Mundial del Medio Ambiente estuviese marcado por verdaderos y significativos esfuerzos por descarbonizar y limpiar nuestra matriz, pero vemos que este es un día que se ha teñido de negro por la influencia del carbón. Esperamos que con la realización de la COP25 y por la consiguiente mayor concientización de parte de la ciudadanía y las autoridades, se pueda aumentar la ambición climática para dar fiel cumplimiento a la frase de la ministra de Energía, Susana Jiménez, quien señaló que “si Energía fue parte del problema, ahora será parte fundamental de la solución”.

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