Comisión internacional permite caza de ballenas a Groenlandia

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Groenlandia, región autónoma dependiente de Dinamarca, tiene dos millones de kilómetros cuadrados, de los cuales el 85% está cubierto por hielo. Su capital es Nuuk, el único lugar de todo el territorio donde existen semáforos. Pese a su vasta extensión, en esta región no se produce nada, salvo manufacturas de pescado. Aquí habitan los inuits (esquimales), quienes se alimentan de focas y ballenas. La piel de estos cetáceos es más apetecida que su carne, por la cantidad de vitaminas que posee.

 

Pese a que en 1986 entró en vigencia la prohibición de cazar ballenas en todo el mundo, este cetáceo sigue en la mesa de los inuits gracias a una norma de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) que permite, excepcionalmente, la cacería para la subsistencia aborigen y la captura con fines científicos.

 

Esta semana, en Eslovenia se realizó la asamblea número 65 de la CBI, encuentro en el que, entre otras medidas, se autorizó a Groenlandia, por 46 votos a favor, 11 en contra y 3 abstenciones, a cazar 200 ballenas, hecho que generó la inmediata protesta de las ONG presentes en el encuentro.

 

“Si bien la convención autoriza la caza de subsistencia aborigen, Dinamarca/Groenlandia realizan un creciente comercio con la carne y productos obtenidos, incluso en hoteles, restaurantes y cruceros de turismo. Esto es una violación a la moratoria sobre la caza comercial que rige a nivel global”, afirma desde Eslovenia Elsa Cabrera, directora de la ONG chilena Centro de Conservación Cetácea.

 

Lo peor, agrega la ambientalista, es que las cuotas incluyen ballenas jorobadas de una población que migra hacia República Dominicana para dar a luz a sus crías y son utilizadas por las comunidades de este país y otras naciones de la zona en el turismo de avistaje de ballenas.

 

La decisión que favoreció a Groenlandia se debe, según la ONG, a la posición debilitada en que llegaron países y bloques reconocidamente conservacionistas. Por ejemplo, la Unión Europea lideró este año el paquete de propuestas que permitió entregar la cuota de ballenas a Dinamarca (Groenlandia), pese a que en 2012 se opuso por reiteradas infracciones a las normas de la convención por parte de este país, como el uso comercial que daban a la caza de este animal.

 

La caza indiscriminada de ballenas durante el siglo XX fue la razón por la que la CBI acordó una moratoria. A 28 años de la medida, ya existen estudios puntuales que muestran que la población de este cetáceo se recupera en algunas partes del planeta.

 

Una investigación de la U. de Washington (EE.UU.), publicada este año, señala que la población de ballena azul entre Alaska y México llegó casi al mismo nivel que tenía en 1905. En tanto, en mayo pasado, Brasil sacó de la lista de animales en extinción a la ballena jorobada.

 

Para las ONG y científicos estos antecedentes todavía no son suficientes para terminar o flexibilizar la moratoria, la medida más efectiva hasta ahora para seguir preservando la especie. “La moratoria no debería ser una medida temporal, sino permanentemente de la CBI, puesto que ha permitido a las poblaciones de ballenas recuperarse de la caza comercial y ha brindado increíbles oportunidades de desarrollo a cientos de comunidades costeras a través del turismo de avistaje, una industria que genera más de dos mil millones de dólares en ganancias al año”, explica Cabrera.

 

El biólogo marino de la Universidad Austral de Chile Rodrigo Hucke, coincide en que la moratoria debe mantenerse hasta que exista la certeza que las poblaciones se han recuperado y alcanzado nuevos equilibrios en el ecosistema. “Hoy sabemos que las ballenas no sólo son bonitas para observar, sino que son fundamentales para fertilizar el mar a través de sus fecas y hacer disponible ciertos nutrientes para que la productividad se desarrolle. Entonces, si de las ballenas depende que finalmente haya peces en el mar. Sin ballenas, el mar sería un desierto”, advierte.

 

El científico estima que hoy la caza no es la mayor amenaza para las ballenas, sino que más bien los efectos provocados por la basura marina, los choques con barcos, la contaminación acústica proveniente de diversas fuentes y el deterioro de la funcionalidad de los ecosistemas producto de la actividad humana como la pesca y la industria, además del cambio climático. Aunque aclara que todavía estos fenómenos no tienen cifras precisas que permitan compararlas con los efectos de la caza.

 

Durante el encuentro, la comisión ballenera informó que en el año 2013 fueron capturados 1.645 ballenas en todo el mundo, por parte de países que no reconocen esta moratoria como Noruega, Islandia y Rusia, por aquellas zonas que cuentan con cuotas de subsistencia aborigen (Groenlandia, Alaska, Siberia, San Vicente y las Granadinas) y por Japón, cuyo argumento de la caza científica fue desmentido este año en un fallo por la Corte Internacional de Justicia, lo que obligó a los nipones a postergar su temporada de cacería.

 

Rechazan santuario en Atlántico Sur

 

Unas 54 especies de cetáceos deberán seguir esperando que el mundo decida si procede o no proteger los mares que habitan. Tras cuatro días de discusiones, los 88 países miembros de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), reunidos en la ciudad de Portoroz, Eslovenia, rechazaron crear un santuario para ballenas en el Atlántico Sur, proyecto encabezado por Argentina y Brasil. La iniciativa buscaba sumar un área de protección a las dos ya existentes: el santuario del océano Indico, creado en 1979, y el santuario del océano Austral, que data de 1994. La CBI también aprobó ayer un texto que endurece los criterios para la caza de ballenas por motivos científicos, ante las intenciones de Japón de reanudar esta práctica. Los nipones, fuertemente cuestionados por estudios que ponen en duda su misión científica, señalaron que no cazarán ballenas en la Antártica al menos por la temporada 2014-2015.

 

Fuente: La Tercera

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