Cerro Guido se consolida como la piedra Rosetta de la paleontología

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El pasado domingo concluyó la novena campaña paleontológica en el sector de cerro Guido, provincia de Última Esperanza, con hallazgos que, según los investigadores a cargo, cambiarán la historia natural no solo de Chile sino que aportarán sustantivamente a la evolución de la vida en el planeta. Fueron dos semanas de campamento y con condiciones de trabajo muy duras que implicaban largas caminatas y ascensos a los montes del sector con viento, lluvia e incluso nieve. El verano sureño para los paleontólogos puede ser muy especial.

Según el Dr. Alexander Vargas, líder del proyecto Anillo “Nuevas fuentes de datos sobre el registro fósil y la evolución de los vertebrados” (cód. ACT172099, financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo), “se sabe muy poco del tiempo del fin de la Era de los Dinosaurios en la región polar sur del mundo; es realmente un área gris y se sospecha que muchas partes de la evolución de la vida transcurrieron acá y esa hipótesis la estamos confirmando; las cosas que estamos descubriendo son realmente insólitas”.

El experto en vertebrados de la Universidad de Chile adelanta que se han encontrado dinosaurios pico de pato, que sorprenden por su posición biogeográfica y su anatomía extraña, también dinosaurios acorazados     y algunos restos de grandes depredadores. “Es impresionante tener la oportunidad de descubrir linajes en la evolución que son desconocidos para la humanidad hasta este momento. Hay otros que se conocían en forma muy parcial. Hay mamíferos que se conocían solo a partir de dientes y hemos empezado a encontrar restos de cuerpos con mucha más información. Hemos encontrado dinosaurios completos, articulados. Es algo insólito. En Chile pocas veces se ha encontrado este tipo de preservación, este nivel de información. Así que estaríamos con resultados impresionantes y esperando dar a conocer unos descubrimientos realmente importantes”, afirma Vargas.

En esta campaña participaron 29 investigadoras e investigadores especializados en geología, paleovertebrados y paleobotánica. La Dra. Cristine Trevisan, del Instituto Antártico Chileno, INACH (una de las instituciones asociadas al proyecto junto al Museo Nacional de Historia Natural), explica la importancia del trabajo multidisciplinario para poder obtener una visión más completa de cómo era este lugar hace millones de años. Hoy el visitante ve pampa, valles, ríos y montañas, pero en el pasado algunos de estos sectores estaban cubiertos por el mar o por cursos de agua de los que quedan rastros que el ojo experto es capaz de detectar. 

En campañas pasadas, los especialistas habían explorado los paleoambientes marinos, pero este año se concentraron en ambientes paleocontinentales. “Hicimos un trabajo más en conjunto entre la geología y la paleobotánica, o sea, intentar posicionar geológicamente las plantas que encontramos, como helechos, Nothofagus, innumerables plantas con flores, lauráceas, mirtáceas y buscamos hacer un estudio de detalle de las facies continentales, o sea, ubicar las plantas en sus ambientes deposicionales”, comenta Trevisan.

¿Dónde vivían esas plantas? Los científicos encontraron una especie de helecho, muy característica, llamada equisetum, que permite determinar la existencia cercana de cuerpos de agua. También se hallaron algunas plantas acuáticas, que indican la existencia de ríos con meandros. 

Estas investigaciones tienen igualmente un componente de colaboración internacional. Gracias a esto han podido participar en campañas previas especialistas de Alemania, Japón, Brasil, Estados Unidos, Argentina, entre otros país. Del país trasandino, participó en esta campaña Jonatan Kaluza, técnico del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet, Argentina) e investigador de la Universidad de Chile, para quien esta “fue una expedición magnífica en la cual se hallaron materiales de toda índole, aves, un dinosaurio completo articulado, herbívoro, con placas en la espalda, que va a representar un ícono en Chile y va a ser súper importante en la paleontología a nivel mundial.”

Champollion pasea por cerro Guido

Jean-François Champollion, una mente brillante en la Francia del siglo XIX, vivió solo 41 años, pero su hazaña filológica se sigue recordando con veneración. La piedra Rosetta había sido descubierta en 1799 y tenía inscripciones en griego antiguo, demótico y jeroglíficos egipcios, tres lenguas muy distintas y en cuyo conocimiento existían grandes lagunas, especialmente en los jeroglíficos. Champollion logra en 1822, a través de esta piedra, traducir lo que significaba el lenguaje egipcio antiguo. Un mundo que permanecía en una espesa e ininteligible niebla se aclaraba y comenzaba a contarnos parte de los secretos de una cultura extraordinaria. 

Para Marcelo Leppe Cartes, director del INACH y paleobiólogo que ha sido parte de todas las campañas en Cerro Guido y el valle Las Chinas, este sector es la piedra Rosetta de la paleontología, ya que “hoy día tenemos una localidad en el extremo sur de América, la más austral con dinosaurios y con muchas otras especies icónicas que habla de una historia desconocida totalmente respecto a la relación entre dos continentes: Sudamérica y Antártica y una tercera historia, que es la de Oceanía conectada a Antártica. Es como que, literalmente, tuviéramos tres lenguas distintas que las hemos encontrado en una sola roca y que nos está permitiendo traducir esto.”

Los hallazgos de esta campaña y de las anteriores que están aún en estudio y confirmación abren una serie de interrogantes: ¿Qué implica tener los registros más antiguos de muchas especies icónicas hoy día de Oceanía en este lugar?, ¿qué significa haber encontrado los dinosaurios más australes del mundo con excepción de Antártica?, ¿cómo aparecen aquí en Sudamérica los Nothofagus, por lo menos, 20 millones después de la aparición en Antártica? 

Son preguntas que están encontrando una respuesta, pero ya dan una idea de la importancia de este sitio “que se va a empezar a mezclar con una historia natural que fue construida por europeos hace más de cien años y que hoy día descansa en una nueva paleontología desde Sudamérica, desde el extremo sur austral y que nos vincula y nos conecta mucho más con el continente antártico”, concluye Leppe.

Este proyecto forma parte del Programa Nacional de Ciencia Antártica y de la Expedición Científica Antártica (ECA 56) organizada por el Instituto Antártico Chileno.

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