Agricultores de Coquimbo logran reducir hasta en un 70% uso de plaguicidas en hortalizas

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La nueva ley de etiquetado de alimentos ha causado impacto en los consumidores a la hora de elegir productos en base a los contenidos de azúcar, sodio y otros compuestos. Sin embargo, la inocuidad en hortalizas es un tema de igual importancia y que aún no es abordado en propiedad. Lechuga, espinacas y acelgas son parte importante de la dieta de niños, quienes hoy se ven expuestos a la ingesta de residuos tóxicos producto del uso excesivo de plaguicidas, que hoy constituye una práctica habitual de parte de muchos agricultores. Según sondeos del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (Inia) en promedio un agricultor hoy en día está aplicando entre 8 y 10 cargas de plaguicidas por hectárea, lo que podría provocar problemas de salud en la población. Por esta razón Inia Intihuasi llevó a cabo un proyecto de tres años de duración que buscó la reducción de plaguicidas en hortalizas de hoja a niveles mínimos en la región de Coquimbo.

Las aplicaciones innecesarias de plaguicidas, además de aumentar los costos de producción para el agricultor, implican riesgo de altos niveles de residuos en las hortalizas, con la consecuente amenaza para la salud del consumidor. Entre los productores participantes, antes del proyecto aplicaban entre 8 a 10 cargas de plaguicidas en un cultivo de una hectárea durante 60 días. Después de diferentes ensayos en conjunto con Inia, se logró reducir las aplicaciones a 3 o menos, disminuyendo de paso el impacto ambiental, ya sea para el consumidor, trabajadores de campo y permitió la aparición de enemigos naturales de plagas para llevar un control biológico apropiado.

El investigador Carlos Quiroz, quien lidera este proyecto, señaló que “llevamos mucho tiempo trabajando con agricultores del sector de Pan de Azúcar, que es una de las zonas hortalicera por excelencia y desde el día uno que vimos en ellos una actitud para cambiar el manejo sanitario. Después de tres años logramos consolidar diferentes protocolos, los que esperamos sean conocidos por todos los agricultores de la región”, sostiene el entomólogo.

Dentro de las plagas más comunes y dañinas en la región se encuentra el trips de California y el pulgón de lechuga. El trips es un vector de enfermedades, por lo que requiere protección química en el campo. Por otra parte, el pulgón puede producir un daño cosmético que impacta fuertemente en la comercialización del producto.

Rafael La Paz forma parte del grupo de hortaliceros que trabajaron junto a Inia y hoy asegura que sus lechugas tienen incluso un sabor distinto. “Cuando los profesionales de Inia me propusieron disminuir el número de aplicaciones no lo pensé dos veces. Vinieron varias veces a visitarme y comenzamos una metodología de trabajo. Antes aplicaba mucho plaguicida, sin calendario, con productos de sello rojo y ahora aplico cada 15 días, dependiendo de los síntomas de las plantas. Fue un cambio total y se siente distinto hasta el sabor de la lechuga. Ahora me siento capaz de hacerlo solo y no malgasto productos, tiempo y dinero”, cuenta el agricultor.

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